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Crítica:PLAN K | DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Nueva ciudad ideal

Fue inolvidable aquel Ícaro que se vio en Sevilla en 1992. Flamand desplegaba ya, con Plensa y Nyman, un aparato estético muy actual, donde las nuevas tecnologías y los nuevos sonidos se ponían al servicio de una danza total. Ahora Metapolis corrobora su genio, su seriedad y su estilo, al que puede llamarse como un neosinfonismo balletístico. Se trata de un todo móvil y coordinado que busca su propio orden dentro del caos. El punto de partida es un panorama de ciudad utopista, o de un sector de ella en que se modulan efectos contrarios. Al vacío se opone el acoso del volumen, a la luz se la corta con planos secos de sombra.

La colaboración con la arquitecta iraquí Zaha Hadid es parte de un proyecto que también le ha acercado a Jean Nouvel. Hadid ha creado unas estructuras cinéticas que pueden figurar, y de hecho lo son, puentes (los bailarines los manipulan constantemente). Esos puentes comparten anonimato y protagonismo con los bailarines.

Charleroi / Danses Plan K

Metapolis (Project 972): Concepción y coreografía: Frédéric Flamand; escenografía: Zaha Hadid; música: Michel Daugherty, Anton Aeki, Pierre Henry, Olivier Messiaen y otros; luces: F. Flamand y Nicolas Olivier; vídeo: Carlos da Ponte; cámara en mano: Pino Pipitone; dirección de vídeo: Maurizio Pipitone. Teatro de Madrid. 25 de mayo.

El vídeo como instrumento de acción teatral hace un papel comprometido y rector junto a hombres y objetos en un proceso de deconstrucción que se acelera y atomiza a cada instante. Las secuencias urbanas chocan y se integran en un fresco sin centro, sin equilibrio aparente. La fuga establece un espacio de deseo de una nueva perspectiva, un ataque a la perpendicularidad basado en la potencia y en la belleza de los intérpretes.

No es peregrino decir que Zaha Hadid es a Flamand lo que Daniel Libeskind a William Forsythe, si bien Flamand radicaliza su lenguaje coréutico cada vez más, huye de cualquier manierismo estilístico. La arquitectura entra así de manera activa en el aparato teatral dancístico a la manera que lo hizo en los tiempos del constructivismo, herencia y umbilicalidad que el creador belga usufructúa a cada momento.

Un operador de vídeo superpone virtualidad y documental de tráfago urbano con las evoluciones de los bailarines, tomadas en directo y ampliadas a gran formato sobre el ciclorama de fondo. Los términos fusión y fundido cobran así vida bailable. El tejido se hace complejo y excéntrico a la vez que se visualiza el proceso, se le exalta como parte de un dibujo simbiótico.

La coreografía explora tanto en el solo como en las evoluciones de conjunto sobre frases desestructuradas, sin fin. Los artistas abandonan sutilmente la escena y vuelven de la misma manera a integrarse en ese movimiento continuo y babélico. La dinámica constructiva empuja al personaje escénico y lo engulle. Es el resultado de una nueva strada magnifica, a la manera simbológica de Vasari (Flamand cita el teatro olímpico de Palladio y la perpectiva de ciudad ideal de Piero della Francesca: lleva razón, es una nueva antigua conclusión renacentista). Metapolis es una gran propuesta de síntesis plástica y una obra de ballet moderno que merece toda la atención y todo el aplauso.

Una escena de <i>Metapolis,</i> con proyección de vídeo en directo.
Una escena de Metapolis, con proyección de vídeo en directo.PINO PIPITONE
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