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Reportaje:LAS PESQUERÍAS REALES | EXCURSIONES

Paseo por la corriente ilustrada

Una caminata por el Eresma siguiendo la senda enlosada que mandó hacer Carlos III para pescar a sus anchas

Carlos III ha pasado a la historia con dos imágenes contradictorias: por un lado, el rey positivo y laborioso que hizo de Madrid una auténtica capital, impulsó el comercio y las industrias y construyó más caminos que nadie desde tiempos de los romanos; y por otro, el mayor trotacampos del reino, a tal punto que sentíase triste y melancólico cuando llevaba dos o tres días sin salir a cazar o pescar. Es como si hubiese sido dos hombres distintos: el ilustrado y el silvestre, que nunca coincidieron sino paseando por las Pesquerías Reales.

En aquella edad de obras útiles, el capricho de hacer este camino enlosado de ocho kilómetros sólo para que el rey subiera sin estorbo con su caña por la orilla del Eresma desde La Granja hasta la cabecera del río, a través de los robledos, praderas y pinares de Valsaín, no pasó inadvertido. El barón de Bourgoing, que viajó por España entre 1779 y 1795, lo recordaba así: 'A un cuarto de legua del real sitio tiene su cauce un modesto río, el Eresma, que proporcionaba a Carlos III uno de sus placeres favoritos, la pesca. El monarca hizo allanar en forma de aceras las tortuosas y quebradas orillas, con escalones de piedra y de césped cuando el terreno lo exigía'.

La afición piscatoria de la corona era antigua y notoria: ya mucho antes de que Carlos III comprara a los segovianos el bosque de Valsaín (1761), aquélla disfrutaba en exclusiva de la pesca en el Eresma. El camino, en cambio, era una bella y costosa novedad, el regalo que el buen rey le hacía al buen salvaje que llevaba dentro, y una metáfora de su reinado: la luz de la razón abriéndose paso en todas las orillas del imperio. Los años de abandono le darían luego un aire de ruina selvática, muy acorde con el romántico XIX. El tiempo, un gran decorador.

En busca de los restos de este ilustre camino, vamos a dirigirnos en coche por la carretera de La Granja a Segovia para, nada más pasar el puente sobre el embalse del Pontón, echarnos a andar a la izquierda, franqueando una puerta metálica, por un paseo con bancos y fuentes que bordea parte de este hermoso represamiento del Eresma, espejo donde se miran los robles melojos y la más alta cima del Guadarrama: Peñalara. Dicho paseo muere pronto, pero le sucede un sendero evidente que culebrea por la orilla hasta donde vierte al embalse el río Eresma, el cual vamos a seguir aguas arriba, llevándolo cerca y a mano izquierda.

Al poco de andar junto al río descubriremos los primeros vesti-gios del camino regio: una docena de grandes bloques de granito, en fila sobre el lecho del Eresma, a modo de pasadera, que da nombre al cercano -y más moderno- puente de madera de la Pasadera. Más arriba, la obra carolina se hace aun más patente: losas, peldaños, refuerzos, muros de contención... Todo ello en una angostura salpicada de peñascos, cascadas, pozas, helechos y madreselvas, donde nos iremos encontrando el viejo salto hidroeléctrico del Olvido, el puente del Anzolero, la presa que abastece al citado salto y el puente del pueblo de Valsaín.

Hasta aquí, ya es un bonito y completo paseo de una hora y media. Pero si decidimos continuar río arriba, dejando atrás los prados y los robles centenarios de Valsaín, llegaremos enseguida al puente de los Canales, que también es acueducto y quizá por eso muchos lo consideran romano, aunque la gente más culta se lo adjudica a Carlos I. Luego nos adentraremos en el pinar, donde veremos más puentes, restos cada vez más dispersos del viejo camino y, en la orilla de enfrente, las multitudinarias áreas recreativas de los Asientos y la Boca del Asno, ésta a atres horas del inicio. En otra hora más, tras rebasar un último puente de tablas, alcanzaremos la unión de los arroyos del Puerto del Paular y del Telégrafo: es el nacimiento del Eresma, el salvaje Eresma, que ilustró, para su placer, Carlos III.

Dos opciones de distinta dureza

- Dónde. La Granja de San Ildefonso dista 77 kilómetros de la ciudad de Madrid yendo por la carretera de A Coruña (A-6) hasta el municipio de Villalba, por la M-601 hasta el puerto de Navacerrada y por la CL-601 hacia Segovia. Dos kilómetros más allá de La Granja, nada más pasar por el puente sobre el embalse del Pontón, arranca el paseo a mano izquierda. Muy cerca hay habilitado un aparcamiento. Se puede ir en autobús a La Granja con la compañía La Sepulvedana (teléfono: 91 530 48 00). - Cuándo. Cualquier época del año es buena para recorrer el río Eresma. En función del tiempo disponible y de nuestro fuelle, deberemos decidir cuál de estas dos opciones nos conviene más: 1) Valsaín: ocho kilómetros ida y vuelta, tres horas de duración, 80 metros de desnivel, dificultad baja; 2) Embalse del Pontón-cabecera del Eresma: 20 kilómetros ida y vuelta, ocho horas de duración, 200 metros de desnivel, dificultad media-alta. - Quién. Arawak Viajes (Peñuelas, 12; Tel. 91 474 25 24) organiza excursiones a pie por el río Eresma. El precio, 2.300 pesetas, incluye viaje de ida y vuelta en autobús, guías acompañantes y seguro, por si el viajero sufre cualquier percance durante su excursión. - Y qué más. Cartografía: mapa de la sierra de Guadarrama, a escala 1:50.000, de La Tienda Verde (calle de Maudes, 23 y 38. Teléfono: 91 535 38 10).

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