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Amenaza de avalancha

El municipio de Posoltega, arrasado por el huracán Mitch, revive sus temores a un deslave tras el permiso del Gobierno para el corte de árboles en la zona

En la madrugada del 30 de octubre de 1998, los habitantes del municipio de Posoltega despertaron alarmados por un fragor que provenía de la cima del cercano volcán Casita. Algunas de las familias posolteganas habían abandonado sus rústicas viviendas horas antes para buscar refugio en los almacenes de grano de una empresa pública: era el quinto o sexto día que llovía sin parar un sólo minuto, demasiada agua incluso para el invierno tropical. Quien permaneció en su hogar murió. El huracán Mitch había llegado a las costas centroamericanas.

Las incesantes lluvias llenaron de agua el cráter del Casita hasta que se desbordó. Una avalancha de lodo y piedras descendió a toda velocidad por la falda del cerro, creciendo metro a metro y arrasando todo lo que encontraba a su paso: las comunidades de El Porvenir y Rolando Rodríguez desaparecieron del mapa, 980 viviendas fueron arrasadas, 2.500 personas murieron sepultadas, cerca de doscientos niños quedaron huérfanos. Sólo pudieron ser rescatados cerca de un centenar de cadáveres, que fueron enterrados en una tumba colectiva sobre la que se erigió un monumento de homenaje a las víctimas. El resto permanece aún bajo el barro. La campesina Posoltega (100 kilómetros al noroeste de Managua) se convirtió en uno de los rostros de la tragedia centroamericana ante todo el planeta.

El deslave, que alcanzó los ocho metros de altura según los supervivientes, apenas encontró freno: las laderas del volcán estaban limpias de árboles. La ausencia de raíces que compactasen el terreno dejó el camino libre al agua.

Pero la pesadilla todavía no ha acabado. 912 familias de 13 comunidades del municipio viven en zonas de riesgo de deslizamiento. Si bien se han reforestado 600 manzanas (417,6 hectáreas) con ejemplares de la especie neem (Azadirachta Indica) para crear una zona de amortiguación, las sierras eléctricas llevan un mes y medio despalando la falda con el beneplácito del Gobierno a apenas una semana del comienzo de la época anual de lluvias.

La Alcaldía de Posoltega, gobernada por el opositor frente Sandinista de Liberación Nacional, ha denunciado ante la prensa local que el Instituto Nacional Forestal (Inafor), dependiente del Ministerio Agropecuario y Forestal, ha otorgado licencia de despale a varios pudientes finqueros de la zona para el corte y exportación de madera preciosa. El Concejo tiene registrada la salida hacia Honduras y el Salvador de al menos 500 cargas de caoba (Swietenia Humilis), cedro (Cedrela Odarata) y guanacaste (Enterolobium Cyclocarpum). El Inafor (que ha recibido algo más de 600 dólares por manzana despalada) ha ignorado las competencias de la municipalidad, según sus miembros. "Al parecer al Gobierno y sus ministro se les ha olvidado que las alcaldías son autónomas y que deben ser respetadas", afirmaba la concejala Ángela Membreño. Ante el silencio del Gobierno central, que no se ha pronunciado sobre el tema, la alcaldía ha prohibido que se realicen más cortes, aunque es dudoso que pueda hacer cumplir la ordenanza. "Los cortes se realizan en áreas privadas donde la alcaldía no puede hacer nada, ya que, aunque tiene facultades legales para detener estas acciones, no cuenta con los recursos económicos y humanos para hacerlo", afirma Horacio Somarriba, coordinador del Proyecto Manejo de Riesgos y Prevención de Desastres, del Centro Humboldt. Esta ONG -que desarrolla un plan de preparación, mitigación y atención a desastres en ocho municipios nicaragüenses, entre ellos Posoltega- señala que también los campesinos de la zona son responsables de la desforestación, ya que recolectan leña para su uso doméstico o para su venta.

Las lluvias comenzarán a caer el próximo día 25, según el pronóstico del Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales. Desde entonces y hasta octubre caerán entre 1.000 y 2.000 milímetros de precipitaciones que no encontrarán un bosque que los contenga.

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