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La final de la Copa de la UEFA, reto histórico del Alavés | FÚTBOL

La aventura psicodélica

Sólo en el trópico más delirante es imaginable un equipo vestido de rosa, preferiblemente integrado por rastas pasados de canutos. El fútbol es demasiado convencional para permitirse ciertos licencias reñidas con el machismo y el buen orden de las costumbres. Por eso resulta fascinante la aventura de este Alavés que parece surgido de un trip psicodélico. Esa camiseta ha hecho más de lo que parece por el éxito del equipo. Poco importa que el extravagante rosa no fuera premeditado, pero ahí ha estado, dando carácter, alegría y distinción al equipo, que se ha sentido tan distinto como para marcarle tres goles al Inter en San Siro y nueve al Kaiserslaurtern, para que digan que los alemanes son temibles.

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La aventura del Alavés es subversiva se mire por donde se mire. Hace dos años estaba en Segunda entre la indiferencia del fútbol español, y hasta de su ciudad, por un equipo que sólo apuntó maneras en algún momento de los años setenta. Que ahora esté en la final, con una maravillosa colección de retales bien cosidos, defendiendo una casaca rosa, es menos un milagro que una idea de Ken Kesey. La temporada del Alavés en Europa es un on the road que merece un libro por original y libertaria.

Quién podría imaginar de rosa al club de una ciudad tan severa como Vitoria, lugar (decían) de curas y militares, bien alejado del trópico real y del imaginario. Pero la cosa ha funcionado, quizá porque siempre oxigena abandonar la formalidad. Por esa razón resulta frustrante que el Alavés abandone hoy el rosa para disfrazarse de serio Boca, aunque bien mirado también tienen su punto unos colores que fueron elegidos de forma juguetona. Pasó aquel barco sueco por el río de la Plata y esa bandera amarilla y azul quedó para siempre como camiseta de Boca. No es lo mismo que el rosa, pero lo mismo sirve para vencer a los reds.

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