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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Las elecciones en el País Vasco

Si hubiera podido votar en las elecciones del pasado domingo en el País Vasco hubiera votado al PP o al PSOE. Por tanto, mi decepción y desconcierto son grandes. Creo que, aunque fallida, la estrategia emprendida por las opciones civiles y políticas a favor de la Constitución y el Estatuto era, a primera vista, la más racional y plausible, por lo que no deberíamos caer en la tentación ilusoria del análisis 'a toro pasado'. Por ejemplo, nadie imaginó una participación tan alta ni el comportamiento de los electores alaveses. Tampoco que las opciones que han sufrido en carne propia el dolor de la muerte y el desamparo fueran a volver a ser abandonadas, también electoralmente.

Pero el hecho es que más del 52% de los ciudadanos vascos quieren, clarísimamente, iniciar un camino que conduzca a algo distinto al marco jurídico vigente. Ahora bien, hasta la fecha, ese algo no ha sido formulado de un modo inteligible, por lo que difícilmente puede ser negociado por la otra parte. Por otro lado, nunca antes había emergido con tanta 'autoridad' una persona que pudiera aglutinar y defender esas pretensiones borrosamente formuladas hasta la fecha. Ya tenemos a la persona, sólo falta que acceda a explicitar de una vez por todas, sin trampas ni eufemismos, las pretensiones que parece abrigar la actual mayoría nacionalista.

Si esto se produce, el Gobierno español, en representación de la mayoría de las fuerzas políticas y sociales españolas, podría iniciar unas negociaciones para llegar a un status satisfactorio para la inmensa mayoría de la sociedad vasca. Si en esas negociaciones quedan rigurosamente salvaguardados los intereses legítimos del 48% de ciudadanos que ahora están expuestos a una limpieza étnica o política intolerables, así como la memoria de las víctimas, el actual Gobierno habría cumplido su misión.

Para que estas negociaciones puedan llevarse a cabo es una exigencia ineluctable que los nacionalistas vascos se comprometan activamente en la lucha contra la banda terrorista, junto con el Gobierno español, en todos los frentes: policial, político, cultural y social. Esto último nunca lo han hecho con lealtad y es una condición sine qua non para que el proceso pueda ponerse en marcha. Así pues, tres son las tareas que esperarían al líder nacionalista: proponerse como agente racional negociador y referente para la otra parte, formulación inteligible de las pretensiones nacionalistas e implicación leal y sincera en la lucha contra la barbarie criminal. ¿Está preparado este hombre para acometer estas tareas?- Antonio Corral Íñigo. Madrid.

¿Quién nos quiere confundir? Desde hace algún tiempo, y más acentuado las últimas semanas, cuando escucho los debates radiofónicos, hojeo la prensa o veo la televisión, no puedo evitar el enfadarme y entristecerme a la vez. ¿Quién tiene tanto empeño en señalar a los 'buenos' y a los 'malos'? ¿Es que en un país democrático no se pueden defender las ideas nacionalistas sin que te tachen de nazi o sin que de ello se deduzca que se está de acuerdo con la violencia y los crímenes? A mí, personalmente, no me gustan los nacionalismos, siempre los he considerado retrógrados desde el punto de vista político, y en la historia, además, encontramos ejemplos que no incitan precisamente a seguirlos. Pero yo pregunto: en democracia, ¿no se tiene derecho a pensar lo que se quiera, siempre y cuando se defienda pacíficamente y se respete a los que piensan diferente?

Señores políticos: no me van a convencer nunca de que la inmensa mayoría de vascos que han votado nacionalista (casi el 53%) están de acuerdo con ETA; muy al contrario, pienso que son buenas gentes que, como el resto de españoles, quiere vivir en paz y de la manera más próspera y alegre posible. El pecado que cometen, según ustedes (o así nos lo quieren presentar), es creer en una opción política de autogobierno e independencia y apoyarla a través de las urnas. Pero, claro, los 'buenos' son ellos, los constitucionalistas (más confusión), y los 'malos', los nacionalistas. No nos confundan, déjennos decidir y discernir libremente. Lo más triste de todo es que esta confusión a lo único que conduce es a la radicalización y a la irracionalidad de las diferentes posturas. Confiemos en que el sentido común y la sensatez de la gente de a pie supere otra vez a los políticos. Creo que el brutal descenso de EH así lo demuestra.-

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