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Columna
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'Unidad + 1', una reflexión sobre el yo

En el espacio expositivo de la galería Trayecto, de Vitoria, de la que es uno de los dueños, Fernando Illana presenta al público sus últimos trabajos plásticos. El conjunto lo forman cinco piezas y una interrogante. La presentación es irreprochable. Cada una de las piezas está ejecutada con cuidada precisión y sumo refinamiento. Ya sólo con el mero acto de ver contemplativo sobrepasaría con creces el juicio aprobatorio del espectador más exigente.

Mas quedaría incompleta la muestra si le faltan las argumentaciones reflexivas, origen primigenio del todo. Entre ellas se encuentran los mitos modernos, el tiempo y una referencia expresa en torno al aprendizaje. A esto se suma la experiencia del yo, además de la relación del yo con el otro yo. En ese punto de relaciones del yo con su otro yo Illana aludió a Hegel, mientras conversábamos frente al análisis de sus propias obras.

A partir de ese momento, Illana puso un mayor énfasis al advertir que todo cuanto presentaba no era sino una conversación consigo mismo a través del tiempo. Y aducía que ese yo reflexivo que se piensa a sí mismo y tiene conciencia de sí mismo se construye a su vez en cada reflexión. Lo corroboró con estas palabras: 'Lo que plantearía aquí es que hemos olvidado un poco eso tan aburrido o tan intelectual de la identidad de uno relacionado con el yo pienso, o sea, la autoconciencia. Por eso hemos adoptado identidades más colectivas, que se identifican con un exterior que ni participamos en ello ni nos construye'.

En tanto escuchaba estas reflexiones, siempre referenciadas con cada una de las obras que íbamos analizando, era perentorio plantearle algunas preguntas, como por ejemplo: '¿Aquello que él había elaborado, al final quedaba reducido en una suerte de inexorable y lábil inacabamiento? ¿Todo lo que hacemos equivale a un inacabamiento, y de ahí viene que continuemos reflexionando y añadiendo conocimiento a aquello que ya sabíamos?'

Como respuesta el artista creía entender que una forma de inacabamiento tenía bastante que ver con el saber científico e informático, que no son deducibles. Y añadió: 'La totalidad no es más que pensable, pero no es real. Y nosotros somos reales en cuanto a que no somos una unidad, y ahí está el más uno', expresado en clara referencia al título de la exposición, es decir, Unidad + 1.

Llegado a esta situación argumental, necesariamente había que traer a colación aquello que Fitche, precursor del hegelianismo, señalaba en cuanto a que el principio activo que anima al yo tiene alguna labor que realizar para ponerse de acuerdo con su propia proyección. Lo que lleva a pensar que una de las consecuencias de esta teoría es que puede parecer posible extraer el mundo del yo.

Dicho esto, quizá se pueda introducir aquí aquella acepción que daba Hegel en cuanto a la Idea Absoluta. O sea, que la Idea Absoluta resultaba ser el ejemplo supremo de la unidad. La Idea Absoluta, para Hegel, es la Idea que se piensa a sí misma.

De todos modos, se puede expresar más reductoramente aduciendo que, a través de lo mostrado, Illana antepone al permanente yo subjetivo -atávica manera que tienen los creadores de contactar con los espectadores- el yo reflexivo. Sensitividad no es lo mismo que cognición. A este respecto sería oportuno recordar lo que manifestaba Bergson: 'No hay mejor ilustración del dualismo fundamental de la incompatibilidad entre intuición y razón que la obra de arte'.

Nos resta significar que con esta exposición, tal vez Fernando Illana ha tratado de animar a los espectadores para que participen activa y reflexivamente de acuerdo con su propio yo y con su otro, no menos propio yo.

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