Alberto Elvira reaparece recuperado de una grave lesión
Un torero se pasa la vida persiguiendo sueños. El primero de ellos pasa por llegar a torear y hacerlo de forma regular. Luego, si ha de venir, llega lo demás. 'La cogida se produjo el 25 de julio de 1999', recuerda Alberto Elvira. Ese día un toro le dio un fuerte golpe en el vientre. Luego, un coágulo de sangre acabaría en trombosis y, como consecuencia, 'la vena cava aplastada'.
Elvira, de 26 años y entonces con cuatro de alternativa, quedó con las piernas inmovilizadas. 'Cualquier movimiento, por pequeño que fuera, además de dejarme agotado me provocaba un dolor fortísimo', comenta.
La lesión se produjo una semana después de haber cortado una oreja en Las Ventas y con su nombre ya reconocible en los carteles de ese mismo año de la Feria de Otoño. 'Todo parecía encauzado y, sin embargo...'. Elvira perdió todas las posibilidades para un sueño que empezaba a fraguarse: por fin, conseguía ver mejores perspectivas que las corraladas de los pueblos de Madrid con que le había tocado fajarse hasta el momento.
'Desde entonces mantengo una lucha segundo a segundo', dice, y levanta acta de una pelea sin cuartel por hacer válidas todas las ganas acumuladas. Hoy pasa en Las Ventas su primer examen. Quizá el último. 'Me encuentro bien. Ya no me canso como antes. Todo el esfuerzo que he realizado ha ido dirigido a recuperar el riego en las piernas'.
Con el camino de vuelta de la sangre obstruido, Alberto Elvira ha puesto toda su capacidad para obsesionarse al servicio de una causa: guiar por una ruta alternativa la sangre que el corazón le bombea a las extremidades. 'Tras un estudio, los médicos llegaron a la conclusión de que la vena cava era irrecuperable. Por las venas colaterales, a base de ejercicio, tenía que conseguir que la sangre acumulada en los músculos regresara al corazón. Por ello, las otras venas tenían que ensancharse'.
En la detenida exposición que ofrece el torero, el esfuerzo se antoja titánico. 'Las venas son flexibles y pueden crecer desde el grosor de un alfiler al de un dedo pulgar', dice. Dos años ha estado en esta labor de minero tunelador de su propio cuerpo. El año pasado llegó a torear 17 corridas, dos de ellas en Madrid. 'Me agotaba. Hay un proceso que se llama claudicación venosa, y eso me pasaba a mí'. ¿Y ahora? 'Ya no pasa. Esta temporada he toreado en dos ocasiones y he cortado cuatro orejas. Estoy bien. Tengo que estarlo. Ésta es mi vida y estoy peleando segundo a segundo por ella'.
La corrida de hoy
4ª de abono. Toros de Juan Luis Fraile para Pepín Jiménez, Luis Miguel Encabo y El Renco. A las siete de la tarde.
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