Un artículo analógico
Lo ha dicho Otegi: la cobardía está en criticar a ETA. Y lo ha soltado como podría haber soltado cualquier cosa que no viniera a cuento pero que resultara hiriente. El procedimiento recuerda mucho al artículo 16 del Código Penal de la URSS totalitaria. Se le conocía como el artículo de la analogía y lo utilizaban para castigar lo que no era delito por no estar contemplado en la ley. Pero como en una sociedad como Dios manda no cabía acción que no fuera potencialmente punible, bastaba con echar mano del artículo 16 y aplicar al caso, por analogía, el artículo que mejor conviniera. Lo cuenta el superviviente del Gulag Lev Razgon e ilustra el asunto con lo que le sucedió a un amigo suyo. Le pillaron robando una gallina, pero como sólo le caería un año, el juez le aplicó la sutil analogía del robo de caballos para que le cayeran cinco.
Pues lo mismo. Uno no sabe qué cobardía puede haber en criticar a unos asesinos dispuestos a quitarte de en medio sólo por haberles criticado o estar en el lado inoportuno de la política, como Manuel Giménez Abad. A lo mejor lo valiente es vitorearles sin que por ello pueda pasarte nada, como no sea dar muestras de envilecimiento moral, cosa que no se les pasa siquiera por la cabeza a quienes más que vivir en la valentía viven en la sumisión más denigrante. Pero hay mucha más tela que cortar. El señor Arzalluz, molesto sin duda porque la prensa le había despachado demasiado pronto de la campaña, ha dicho que no irán con los valientes de Otegi mientras ETA mate. Si quería pasar por la Esfinge no lo ha conseguido porque sus palabras están meridianamente claras, lo harán si ETA no mata, con lo que no pone como condición que ETA desaparezca, de modo que la convierte en la auténtica llave de la situación, pues al permitirle seguir en activo le otorga la facultad de influir mediante el uso y administración de lo único que ETA sabe, matar. Con otra pega añadida: sabemos cuándo no mata pero no cuándo volverá a matar.
Quizá el señor Arzalluz no quería jugar a la Esfinge sino al Ogro, como lo demuestra que manifestara por la radio con tono de estudiado pesar que no podrían hacer nada si el día de la investidura EH diera sus votos a Ibarretxe. En este momento interesa menos preguntarse por qué habría de darle EH los votos al PNV que detenerse en la enormidad que supone el aceptarlos. Desconozco si la fatalidad democrática invocada por el señor Arzalluz -'No habría ningún modo democrático de rechazarlos'- será de recibo pero resulta repugnante el mensaje subliminal -por ser piadoso- que tales propósitos destilan: dadnos los votos que no los rechazaremos. ¿Cómo casa semejante propuesta con la afirmación de que mientras haya muertos no aceptarán ir con EH? Una de dos, o hay gato encerrado o al señor Arzalluz le importa un pimiento la campaña que Ibarretxe está construyendo a base de distanciarse de EH mientras persista la violencia. En cualquier caso le ha hecho un flaco favor. A su propio candidato.
Y volvemos al artículo soviético 16, porque el señor Arzalluz parece haber procedido también por analogía: ya que puede que nos vaya mal, acudamos a otro artículo, el que pueda garantizarnos el poder a costa de triquiñuelas. Desde luego resulta difícil imaginar cómo pueden influir este tipo de actitudes cínicas en el votante y si éste se hará la corrección de que no vota al señor Arzalluz sino a Ibarrtetxe en evidente rasgo de avestruz política, pero en buena lógica deberían restar y no sumar (ni sumar restando, como estrategas de la talla de Arzalluz y Egibar prevén al apostar, con todos esos guiños, por el indeciso de EH). Desde luego parece claro que dentro de EA-PNV hay quien no lo ve fácil, puesto que rebusca votos debajo de piedras tan raras. Puede que haya cierto miedo escénico al cambio incluso entre los votantes de la coalición pero, contra lo que sus ideólogos están proclamando, no se trata de un cambio metafísico en el que se juegan esencias eternas, sino pura administración de asuntos humanos. Ah, y con cuatro años de fecha de caducidad.
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