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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Píldora

La Iglesia ha vuelto a reaccionar con estridencia contra la comercialización a través de las farmacias de la llamada píldora del día siguiente, un combinado hormonal, aprobado en marzo pasado, que evita que el óvulo sea fecundado y anide en el útero. Las iras de los sectores eclesiásticos más conservadores se han exacerbado al conocer que las comunidades de Andalucía y Madrid han adoptado, además, la decisión de facilitar gratuitamente este fármaco en los servicios de urgencias y en los hospitales públicos. Como ya hiciera la propia Conferencia Episcopal cuando la píldora fue autorizada, los portavoces de esta institución han vuelto a calificar de 'asesinato' el recurso a este sistema anticonceptivo de emergencia.

Nadie está obligado a utilizar la píldora del día siguiente. Las personas que consideren que ello atenta contra su moral son libres de abstenerse en caso de haber incurrido en un coito de riesgo. Pero no sería lícito imponer esa restricción a quienes no tienen el mismo criterio. Ocurre, además, que las posiciones de la Iglesia se amparan en criterios que contravienen las evidencias científicas. Equiparar la píldora del día siguiente a un aborto es, como mínimo, un abuso argumental. La píldora actúa impidiendo que el óvulo sea fecundado, algo que también evita el preservativo y, si apuramos el argumento, hasta el coitus interruptus. Si se toma más tarde, cuando el óvulo ya ha sido fecundado, impide que anide. Siguiendo criterios consensuados por la comunidad científica, la Organización Mundial de la Salud considera que sólo existe embarazo cuando el embrión ha anidado. De modo que no se trata de un método abortivo.

La Iglesia está en su derecho a censurar su uso, como lo hace con otros anticonceptivos, lo que resulta abusivo es que lo califique de aborto frente a toda evidencia científica. Si la Iglesia afrontara los problemas de la sociedad actual con menos dogmatismo y más piedad, sería sensible al dolor que la píldora del día siguiente puede evitar. En España se producen cada año 18.000 embarazos en menores de 19 años, la inmensa mayoría de ellos no deseados. ¿Cuántos niños nacen sin ser queridos? Cada día, por término medio, una chica aborta y otra da a luz. Éste es el problema que tratan de afrontar las autoridades sanitarias al permitir la comercialización de la píldora del día siguiente, un fármaco que, por otra parte, ya se recetaba como fórmula magistral en determinados centros de atención sanitaria. Ahora se trata simplemente de facilitar el acceso. Y desde este punto de vista, sería aconsejable que otras autonomías siguieran el ejemplo de Madrid y Andalucía.

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