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'Hay mucha envidia', dice la coreógrafa del montaje

El director artístico de Catalunya 1.000 anys m+s, Joan Riera, y la coreógrafa del mismo, Sílvia Cuesta, deploraron ayer las críticas al espectáculo llegadas desde medios dancísticos. En opinión de Riera, se trata sólo de los comentarios de 'unos de León', en referencia a Alfonso Ordóñez y Sabine Dahrendorf, los ex directores de Danat Dansa, una de la mejores compañías de la danza contemporánea catalana, desaparecida por falta de ayuda, que ahora trabajan en el centro coreográfico de León. Ordóñez y Dahrendorf han cuestionado el valor artístico del montaje, vistas las premisas. Cuesta declaró: 'No soy una coreógrafa conocida ni establecida y por eso pasa lo que pasa'. Y añadió: 'Hay muchas envidias'. Ambos, Riera y Cuesta, pidieron que no se juzgue antes de ver el espectáculo y recalcaron que para hacerlo 'no se ha quitado el dinero a nadie'.

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De la misma opinión es el director de Management, Jaume Martínez. 'Ójala todo el mundo pudiera disponer de más medios', dijo. Martínez defendió su elección de Riera y Cuesta, dos profesionales poco conocidos pero que han formado parte de su equipo en otros proyectos.

Para Agustí Gallart, las críticas de todo tipo que han llovido sobre Cartalunya 1.000 anys m+s, que han motivado incluso reprobaciones políticas y una pregunta parlamentaria, 'son un juego de disparates'. El ideólogo del montaje afirmó: 'Este espectáculo tiene un riesgo: que entre todos lo estropeemos; lo que nos debería preocupar es que la música fuera buena, y la coreografía, y que participara todo el mundo, y si conecta con los catalanes de hoy o no'. Añadió que el Doctor Music Festival 'perdió 180 millones' y, a su entender, no levantó tanta polvareda.

Riera explicó ayer que el espectáculo, que dura una hora y media y mezcla danza, música (de Carles Cases) y audiovisuales, tiene como protagonista a una niña, que es la que recibe el legado de Cataluña en forma de un libro viejo. Los 22 bailarines del montaje representan 'el pueblo de Cataluña' y se convierten en cosas, personajes, letras o trozos de territorio, según la escena. Durante el espectáculo, el público se convierte en una enorme senyera, un dragón en 3D brota de una pantalla y le hacen frente varios Sant Jordi, se evoca la vida monástica en Poblet, se alude a la obra de Gaudí, a los pintores catalanes y a la guerra civil y al exilio. La cultura popular desempeña un papel importante y en una escena dialogan la sardana con la tarantela, el sirtaki y danzas de Chequia y Eslovenia. También se recrea una fiesta mayor y aparecen cabezudos, gigantes y castellers. Al final, surgen unos dimonis y un epílogo con la niña descubriendo su legado.

Cuesta explicó que ha tratado de que la danza llegara al gran público mezclando al máximo los diferentes estilos.

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