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Reportaje:

SOS, Pucela, SOS

El Valladolid, ahogado por su crisis económica y deportiva

El Valladolid se ha convertido en uno de esos clubes traídos y llevados por dirigentes arbitrarios que sobreviven al fútbol actual pese a ellos mismos. El equipo blanquivioleta no ha disfrutado de un momento de tranquilidad desde el fallecimiento de Marcos Fernández, el hombre que, llamado por el Ayuntamiento socialista que presidía Tomás Rodríguez Bolaños, entonó hace años la situación económica y deportiva de un club que ve ahora cómo cada domingo desciende el número de los aficionados en sus gradas. La salida de Ignacio Lewin de la presidencia, la penuria económica y la mala racha deportiva han situado al viejo conjunto castellano-leonés en una situación calamitosa ante la opinión pública, la deportiva y, sobre todo, la de sus seguidores.

Tras el fallecimiento de Fernández, uno de sus mandatarios con más carisma, el club vallisoletano quedó descabezado y desde esa fecha no ha vuelto a ver la luz. Antes de ese momento, pero con Fernández alejado del Valladolid por su grave enfermedad, sus hijos tomaron el relevo en la dirección de la entidad y su primera decisión importante consistió en el cese radiofónico de Vicente Cantatore, el técnico que había salvado al cuadro del descenso un año antes y que en la temporada inmediatamente anterior le había clasificado para la Copa de la UEFA.

Tras una destitución que les granjeó la enemistad más absoluta con la grada -cuando el equipo perdía, el grito de muchos aficionados durante los partidos era: 'El hijo del presidente es un subnormal'), los herederos del fallecido Fernández confiaron en Sergio Kresic y, posteriormente, en Gregorio Manzano. Las críticas de la grada, las opiniones periodísticas y los negocios ubicados en Madrid acabaron por determinar que vendieran el club.

Y en esto llegó Ignacio Lewin. A sus espaldas, un grupo de empresas como Palcos Blancos, Inca 2000 e Inversiones Somosaguas. Apoyado por Pedro María Saralegui, el periodista y ya presidente ofertó a la ciudad la idea de un club moderno y con proyección de futuro. Un entrenador argentino, totalmente desconocido, llamado Francisco Ferraro y una docena de jóvenes jugadores con muy buena prensa en la Segunda División fueron los aperos de Lewin para 'llevar al Valladolid a las más altas cotas del deporte europeo'.

Las cosas no comenzaron mal y Lewin buscó volver a encandilar a una ciudad desencantada del fútbol tras años de racanería en los fichajes y sufrimientos en el fondo de la tabla. Así, también reclutó para el club a dos vicepresidentes de campanillas: Rafael Cortés Elvira, secretario de Estado para el Deporte con el PSOE, y Miguel Ángel Rodríguez Bajón, ex portavoz del Gobierno con el PP.

Acoso político y mediático

Pero sus cuestionadas actuaciones y, según él, su pertenencia a la Cadena SER le enfrentó a buena parte de la prensa local y parte de la nacional. Para colmo, el fallecimiento de Saralegui dejó a Lewin solo y en minoría dentro del accionariado a pesar de que aún ostenta la mayoría en un consejo de administración que mantiene a la sociedad en un bloqueo técnico.

El problema mayor del Valladolid, sin embargo, es que el dinero no ha hecho más que salir y los ingresos no son estimables. En la temporada anterior, la única venta fue la de Víctor al Villarreal; los socios, en la presente campaña, no superan los 12.000, y el aforo de Zorrilla se queda a la mitad un domingo sí y otro también.

Lewin, según sus palabras, llevaba gestionando un crédito de 3.200 millones de pesetas con Caja España desde meses antes de Navidad, pero finalmente no le ha sido concedido, según sus palabras, 'por presiones políticas derivadas de la rivalidad entre Valladolid y León y debido a su pertenencia a la SER'.

Finalmente, llegó la dimisión y el vacío de poder definitivo. Más aún: a la precaria situación económica -agravada cada día por las reclamaciones de acreedores e impagados, como algunos clubes que no han recibido parte del dinero de sus traspasos- se ha unido el fracaso deportivo. Ferraro cayó después de encadenar una serie de derrotas que dejaron al Valladolid pegado a la zona de descenso. Pepe Moré, de la casa, llegó para apagar el incendio, pero a los jugadores y al cuerpo técnico y administrativo se les adeudan varias nóminas, no aparece ningún comprador que quiera hacer frente a la bancarrota del club y las jornadas pasan sin que lleguen ni los puntos ni el dinero.

El bloqueo ahora es total porque la venta de una parte del accionariado dejaría en un valor muy bajo los restantes paquetes de acciones que ostentan otras empresas. Los compradores que aparecieron hace algunos meses no han vuelto a suspirar y, de no surgir pronto un acuerdo, la desaparición amenaza al club, sobre todo si pierde la categoría, ya que se quedaría sin los ingresos por televisión, los únicos que le dan sustento.

Por el momento, las únicas iniciativas vienen de la parte deportiva y desde la alcaldía. En lo político, el actual regidor, Javier León de la Riva (PP), ha hecho un llamamiento a las partes para que se reconduzca la situación. En lo deportivo se han puesto a la venta localidades a 1.000 pesetas para tratar de llenar el estadio ante la próxima visita del Málaga.

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