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Columna
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Xarxa

Miguel Ángel Villena

Las bestias estaban a favor, pero los dioses se habían confabulado en contra. Tras la suspensión por lluvia del espectáculo el mes de mayo del año pasado, el equipo de Xarxa Teatre dirigía la mirada hacia un cielo encapotado, cubría con plásticos especiales sus carcasas y rezaba o blasfemaba, según los casos. Al anochecer del pasado martes, las nubes se abrieron al fin y la representación pudo comenzar en los jardines del templo de Debod, en pleno centro de Madrid. Con el soporte de una gran estructura metálica, una docena de músicos y de actores puso en escena toda la magia de la evolución de la figura del toro bravo a través de la historia. Luces, música, danza, acrobacia y teatro se dieron cita en un espectáculo total que disfrutaron el millar y pico de espectadores que fueron capaces de desafiar una desapacible noche en la capital. Con los gestos marcados por la admiración, los buenos aficionados madrileños descubrieron a uno de los grupos de teatro de calle más importantes del país. Una compañía que ha conseguido usar espacios abiertos para acoger representaciones que rechazan verse reducidas en los límites estrechos de una sala teatral.

Desde hace 18 años se consideran artistas callejeros -ni más ni menos- y han recorrido media Europa con montajes como Veles e vents, Nit mágica, El foc del mar o el citado y más reciente de Déus o bèsties. Se ha convertido Xarxa Teatre en una de las compañías teatrales más renovadoras al utilizar todos los elementos que permiten las nuevas tecnologías sin perder de vista que la esencia del teatro pasa por la inmediatez, la irrepetibilidad y el encanto de la cercanía. Su escenificación y sus ritmos lograron un objetivo difícil: trasladar esencias del Mediterráneo y caldear una noche invernal, aunque fuera en medio de la primavera. Pero, una vez más, estos triunfos apenas resuenan en un país valenciano acostumbrado a reconocer a sus artistas sólo cuando regresan, de allende las fronteras, cargados de premios y de aplausos. Se llaman Xarxa Teatre y trabajan en Vila-real desde hace casi dos décadas.

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