Al Tau sólo le vale el milagro
El Kinder da otro repaso al equipo de Ivanovic y queda a un triunfo del título
El Tau necesita un milagro. Ganar al Kinder dos partidos seguidos, y sin margen de error posible. Al presunto mejor equipo de Europa. Al único que, hasta que llegó el propio equipo vitoriano, no había perdido ni un solo choque de las anteriores eliminatorias. El Kinder acudió a Vitoria al tercer partido de la final y emuló al Tau en su periplo por Bolonia. Asestó un golpe descomunal según llegó. Sólo que esta vez el golpe podría denominarse match ball (bola de partido). El grupo italiano está a una sola victoria del triunfo global.
Se repitió la historia de los dos anteriores. No hubo dos rivales. Sólo uno. Aunque esta vez el marcador no reventó hasta quedaban poco más de diez minutos para la conclusión. El Kinder tuvo el acierto en defensa, con un repertorio que agotó y desesperó al Baskonia, y en ataque, con el argentino Ginobili estelar. Esta vez no necesitó a Griffith.
TAU VITORIA 60|KINDER BOLONIA 80
Tau Vitoria: Bennett (9), Foirest (8), Stombergas (5), Alexander (13) y Oberto (15) -equipo inicial-, Timinskas (2), Scola (8), García (0) y Vidal (0). Kinder Bolonia: Rigaudeau (15), Ginobili (27), Jaric (7), Frosini (1) y Griffith (2) -equipo inicial-, Andersen (2), Abbio (11), Bonora (2), Smodis (13) y Ambrassa (0). Árbitros: De Keiser, Koukoulekidis y Ankarali . Eliminados Scola y Frosini. 9.500 espectadores en el Fernando Buesa Arena. El Kinder va ganando la final (2-1), al mejor de cinco. El siguiente partido se juega mañana en Vitoria.
Y eso que los inicios hacían presagiar otro desenlace. En Vitoria se creó una excitación ambiental sólo apta para las grandes ocasiones. Es un buen invento el de las eliminatorias a cinco partidos. Se puede gozar de cinco finales. Y gana el mejor equipo. En una Final a Cuatro siempre hay margen para la injusticia o la sorpresa. El Tau lo asumió como si hubiera jugado finales de la Euroliga toda su vida. No salió acogotado, al contrario. Bennett imprimió un ritmo infernal al partido. Una estrategia válida si el equipo tiene fuerzas y banquillo para aguantarlo. Pero el Tau no vive de su banquillo, sino de exprimir a siete jugadores. Y se vio que el Baskonia consiguió poca renta para el gran desgaste que derrochó. Quiso un rendimiento rápido, pero no obtuvo más de siete puntos de ventaja (12-5, m. 5).
El Kinder salvó su crisis no a fuerza de genialidades ni de un juego especialmente completo. Se metió en el partido y lo cogió fuerte de la mano gracias a una defensa descomunal. Hay un dato demoledor: el Tau no anotó ninguna canasta de campo en diez minutos, diez largos minutos. A lo sumo, puso tiritas a su herida mediante algunos tiros libres que impidieron que el Kinder repitiera las historias precedentes de los primeros choques en Bolonia. Es decir, que los partidos quedaron finiquitados antes del descanso. Sólo por eso, por los lanzamientos sin una mano encima, llegó con vida al tercer tiempo (30-37).
El Tau suspendió en casi todos los órdenes, sobre todo en lo que tiene que ver con el balón y los puntos, que es de lo que se trata. Y, con todo, sólo perdía por siete. El Kinder, en el otro extremo, parecía lanzado, e incluso tuvo algo tan preciado en una final como un jugador en racha. Ginobili se fue al vestuario con 17 puntos. Y pese a todo sólo ganaba por siete.
Si algo tienen los partidos del Tau es que al adversario se le hacen eternos. Tras el descanso, hubo más. Atrás quedaron los problemas ofensivos del equipo de Dusko Ivanovic. Se le presentaron ocasiones para dar la vuelta al choque. Pero los jugadores baskonistas cayeron en el defecto de la precipitación e Ivanovic en el de calibrar mal la valentía de los árbitros. Recibió una técnica que dejó el partido a mucha distancia del equipo vitoriano (46-56, a punto de terminar el tercer tiempo). Y Abbio y, sobre todo, Ginobili lo remataron con un recital de triples. El Tau quedó planchado, a merced de un milagro en el cuarto partido (mañana) y en un hipotético quinto partido.
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