Una novillada entretenida
Apenas hubo motivos para el aburrimiento en este segundo festejo de los programados para la miniferia de la Comunidad. Al entretenimiento y a la diversión contribuyeron varios factores. Unos novillos que acudieron con alegría a los caballos y empujaron con codicia, incluso con algún derribo, para después comportarse en la muleta con docilidad y sin problemas. Unos novilleros con ganas de hacer las cosas bien aunque también hay que decir que no todas les salieron siempre con acierto. Pero tuvieron momentos brillantes al manejar la muleta y entraron varias veces en quites con variedad. Hasta los banderilleros tuvieron oportunidad de lucirse y, así, Luis Carlos Aranda, Curro Trillo y Óscar Reyes se desmonteraron y saludaron tras la ovación que el público les dedicó después de parear a sus oponentes con excelente estilo y torería.
El momento culminante de la novillada tuvo lugar en la faena de muleta al quinto novillo, que embistió con suave y bondadosa docilidad. Con él practicó Iván Vicente un toreo de quietud y templanza, con el defectillo de colocarse un tantico perfilero. Los pases de pecho, sobre todo, fueron largos, despaciosos y suaves. Pero como atravesó feamente al novillo, con una estocada que asomaba por el costillar, no hubo petición mayoritaria y se quedó sin el trofeo orejil. En cambio, en el segundo se mostró nervioso, sin temple, muy rápido y codillero. Llevó la muleta retrasada en todo momento y no le dio sitio a la res. En resumen: una de cal y otra de arena.
Encimismo
También estuvieron acertados sus compañeros de terna. Reyes Mendoza se centró muy bien con el primero. Toreó con la muleta por delante, cruzado y con aguante. Si no hubiera planteado el trasteo con ideas encimistas, todo le habría resultado mejor. Con el cuarto se empeñó en volver al encimismo y en vez de torear optó por hacer el parón, dejándose enganchar la muleta un montón de veces.
César Girón se hizo notar ya en un quite por ceñidas chicuelinas en el tercero y por su idea clásica y ortodoxa del toreo. En el tercero adelantó la muleta, se colocó bien y dio distancia a su enemigo. Lo malo es que luego la ejecución de los pases le salía peor. Remataba mal lo que iniciaba bien, por no acertar a acompasar la embestida. Aprovechó algunos viajes con astucia y terminó poniéndose muy pesado con la manía de los derechazos.
Con el sexto, que estaba totalmente inválido, no pudo hacer nada. Lo mató muy mal de cinco pinchazos y media atravesada.
Reyes Mendoza replicó al quite de César Girón con tafalleras y una larga afarolada de rodillas. Está visto que, cuando quieren, los toreros se deciden por la variedad.
Babelia
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