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Crítica:BARCELONA | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tres aprendices de torero

Sobre el papel, la terna alternante en esta primera novillada picada de la temporada barcelonesa estaba integrada por los tres alumnos más aventajados de la meritísima y esforzada Escuela Taurina de Cataluña.

Así lo demostraron a principios de la temporada anterior, todavía sin caballos y en un cartel de seis matadores. Ahora comienzan a abordar la responsabilidad mayor de los festejos picados y, lógicamente, todavía están un poco verdes para estos menesteres, sobre todo si de actuar se trata en una de las plazas consideradas de primera categoría, como es la Monumental.

Nadie podrá afirmar que los tres actuantes carezcan de aspectos básicos: tienen valor, deseos de agradar y ganas de ser torero. Sin embargo, a veces daba la impresión de que habían aprendido más a dar pases que a torear. El tiempo dará a estos jóvenes la madurez necesaria para conocer mejor al toro y obrar en consecuencia. Y una cosa censurable: en la Escuela Taurina deberían enseñarles que eso de dar vueltas al ruedo por su cuenta en toda una plaza Monumental está pero que muy feo.

Cobaleda / Guerra, Marín, Cuadrado

Novillos: 4 de Caridad Cobaleda, bien presentados y manejables y 2 (4º y 5º) de Enrique Martín Arranz, muy aplomados en el último tercio. Omar Guerra, vuelta y ovación tras aviso. Serafín Marín, ovación y vuelta al ruedo. Raúl Cuadrado, oreja y vuelta tras aviso. Plaza Monumental. Un quinto de entrada. Barcelona, 29 de abril.

El mejor librado de los tres fue Raúl Cuadrado, el más asentado, con un buen corte y sin limitarse al natural y al derechazo. Tuvo un buen lote, con movilidad y con el que había que estar muy firme. A su primero le hizo una faena muy torera, lo liquidó a la primera y cortó con justicia la única oreja de la tarde. Al sexto, con un gran pitón derecho, lo toreó extraordinariamente por ese lado. Una inesperada colada por el izquierdo le hizo desistir inmediatamente de pasarlo por ese pitón. Falló con la espada y perdió otra oreja y la consiguiente puerta grande.

Marmolillos

Omar Guerra, aunque el temple fuese intermitente, dio muletazos excelentes a su primero, que manseó en los dos primeros tercios, pero que fue bueno en la muleta. Banderilleó vistosamente al cuarto e inició la faena con varios muletazos sentado en una silla. El animal pronto se convirtió en un marmolillo y allí no cabía lucimiento alguno.

Serafín Marín también mostró muchos deseos y muy buenos detalles, pero dio la impresión de llevar la faena demasiado pensada. Destacó con el capote, de salida y en quites, en el quinto toro, que llegó hecho otro marmolillo al último tercio. No debió dar la vuelta al ruedo.

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