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TIROS LIBRES | Liga ACB
Columna
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Finales

Finalizó la espera del seleccionador. Llega Javier Imbroda, elección lógica y poco discutible. Ha vivido la selección desde fuera y desde dentro, en el éxito y en el fracaso. Conoce en ambas tesituras las respuestas de la mayoría de los jugadores que entrarán en las próximas convocatorias, lo que le será de gran ayuda. Nadie duda de su capacidad de explotar convenientemente a un club, como demostró en Málaga o Sevilla, pero el equipo nacional es otra historia, otro mundo, otras responsabilidades. Para el técnico y los jugadores. Todo es más directo. Hay menos tiempo, más intensidad, máxima presión exterior y el resultado como único juez.

Hablaba el nuevo seleccionador de la necesidad de reacción de los jugadores nacionales por su peligro de extinción. Los que realmente corren peligro son los jugadores que se acomodan, los que no trabajan para mejorar su condición técnica, los que echan la culpa constantemente a la situación laboral actual, los que no están dispuestos a buscar los nuevos mercados abiertos. Y sería bueno que corrieran mucho peligro los malos entrenadores -con atención especial a los de edad temprana, entre los que abundan los fabricantes de robots en vez de jugadores de baloncesto-, que por su incapacidad pueden llegar a hacer más daño que los comunitarios de la clase B, C o H.

Se acabó tambien con tres jornadas de antelación la lucha por el primer puesto de la temporada regular. Pinchó el Madrid y el Barça tiene en el zurrón la ventaja de campo, salvo débâcle o carambola poco probable. La recompensa puede parecer mínima, pero algo tendrá cuando todos se pegan por ella. La razón básica de esta importante y decisiva derrota madridista no fue otra que una extrema debilidad en el rebote defensivo. Ahora que se empieza a hablar ya de la temporada que viene al hilo del asunto de la renovación o marcha de Herreros -tema a tratar detenidamente-, se demuestra una vez más la necesidad imperiosa del Madrid de contar con un pívot grande, intimidador, reboteador de garantías y con una cierta facilidad para anotar. Vamos, de un pívot bastante caro.

Y, hablando de finales, se termina la espera ante la de la Euroliga. No se entiende este parón de quince días entre partidos, ya que se pierde el ritmo y la expectación. El Tau se encuentra cara a cara con su sueño. Le quedan dos pasos. Que la fuerza y el acierto le acompañe, que falta le va a hacer.

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