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Blindajes contra el mercado

Ence es una de las últimas joyas en el cajón de sastre de las empresas públicas a privatizar. El grupo multiplicó por cuatro sus beneficios en 2000, hasta 20.062 millones de pesetas, e incrementó sus ingresos en un 44%, hasta 101.994 millones de pesetas. Culminaban así los planes de consolidación del grupo puestos en marcha desde 1997 por la SEPI para facilitar su privatización. En este periodo ha incrementado en un 250% la producción de madera, ha doblado la generación de energía a partir de biomasa y, en conjunto, ha incrementado en un 50% su actividad.

De ahí las maniobras de la SEPI para evitar que la papelera pueda caer en manos no deseadas. La exigencia al socio de referencia de un plan industrial y de compromisos sobre actividad, empleo y españolidad de la sede, es una de las salvaguardas. La otra ha sido blindar el consejo para hacer imposible que cualquier otro accionista, aunque reúna más capital que el socio de referencia, pueda hacerse con el control de Ence. La medida, aunque es legal y frecuente en España (el 40% de las sociedades del Ibex 35 ha limitado los derechos de voto de sus accionistas), perpetúa a los gestores y atenta contra los intereses del pequeño inversor y contra el libre mercado. Las OPA inamistosas, que son las más rentables para el accionista de la empresa pretendida, son casi inviables en España.

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