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Crítica:CRÍTICA | CLÁSICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

En plenitud

En plenitud vocal, por edad y técnica, Magdalena Kozena. En plenitud Ton Koopman con el clave, órgano y orquesta, por el rigor y la seguridad en el enfoque. En plenitud, por profesionalidad y compenetración con su director, la Amsterdam Baroque Orchestra.

La sala Rodrigo, por sus dimensiones, contribuyó a realzar el trabajo de todos ellos. Es en ese tipo de recinto donde los instrumentos antiguos y la recuperación de la articulación barroca cobran un sentido mayor. El programa, por otra parte, centrado en dos firmes pilares de esa época, no rehuyó las oportunidades de lucimiento virtuosístico: tanto Koopman como Kozena supieron enloquecer al público con una brillantez aplastante. De Bach se destacó la faceta más cortesana y enérgica a la que, ciertamente, pudo faltarle un punto de trascendencia. La Suite para orquesta núm. 1 sonó magnificente desde el primer compás, con un contrapunto totalmente límpido y una fuerte presencia del clavecín de Koopman. Presencia que se mantuvo al cambiarlo por el órgano para interpretar la Cantata Geist und Seele wird verwirret. En ningún momento se limitó Koopman a acompañar. Compartía protagonismo con la cantante en los recitativos, y en las arias, incluso, órgano y orquesta -que no bajaron nunca del mezzo-forte- llegaron a taparla ocasionalmente. Sin embargo, el problema mayor pudo venir de la monotonía en los registros expresivos: toda la primera parte se movió dentro de una atmósfera rotunda, espléndida, apabullante. La joven voz de Magdalena Kozena contribuyó a ello. Mas, pese a todo, algo de Bach se quedó en el tintero, porque todo resultaba demasiado uniforme, demasiado ..... Las siete danzas de la suite y todos los números de la Cantata fueron diferentes en cuanto a velocidad y ritmo, pero no se encontró, para cada una de las obras y de sus partes, el carácter específico que las singulariza dentro del inmenso catálogo bachiano.

Ciclo Solistas Internacionales

Amsterdam Baroque Orchestra. Director: Ton Koopman. Magdalena Kozena, mezzosoprano. Obras de Bach y Haendel. Palau de la Música. Valencia, 24 de abril.

Con Haendel aumentó la variedad. Koopman exigió de la orquesta una gama dinámica mayor -ampliada hacia el piano- y estableció un fraseo más rico para las respuestas que recibía de la agrupación, tanto él mismo -solista en la última obra- como la cantante. Kozena hizo una Salve Regina totalmente operística, y unas arias de Ariodante que entusiasmaron a los asistentes por los múltiples recursos exhibidos: medias voces, graves bien colocados, agudos brillantes, recreación del da capo, agilidades (Dopo notte) etc. La mezzo checa entusiasma y, sin embargo, no conmueve. Quizás porque su línea interpretativa está más enfocada al lucimiento personal (conseguido sobradamente) que al servicio de la música.

El Concierto para órgano op.4 nº 1 de Haendel permitió a Koopman, a su vez, mostrar sus habilidades como instrumentista: independencia rítmica de ambas manos, agilidad, acierto en la elección de registros y mantenimiento de la tensión. Pero también con el sajón -aunque menos que con Bach- pareció que faltaba algo. Hubo brillo, color, contraste, rigor y técnica, cualidades todas que el Barroco necesita. Y, sin embargo, no es ilícito preguntarnos: ¿basta con eso?.

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