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Crónica:31ª jornada de Liga | FÚTBOL
Crónica
Texto informativo con interpretación

Dos especuladores en Vallecas

El Athletic se alivia gracias a su victoria ante el Rayo en un partido huérfano de fútbol

Nadie debió salir victorioso del monumento a la nada que Rayo y Athletic erigieron ayer en Vallecas, aunque el éxito le sonrió a los bilbaínos. Demasiado premio para un equipo tan lleno de bajas como hueco de fútbol, cuyo oportunismo le resultó suficiente para superar a un Rayo vacío también de contenido y al que la derrota le mete en problemas después de haber transitado con suma placidez por la temporada.

Al Athletic se le vio el plan desde el principio: nueve tipos detrás del balón a sol y a sombra, y Yeste y Ezquerro intentando rascar algo provechoso en un contragolpe. Al Rayo ni eso, quizás porque ni siquiera tenía plan. Semejante panorama desencadenó en un partido indigesto y rugoso, sin un detalle, por mínimo que fuera, que destilara algo de estilo.

RAYO VALLECANO 1| ATHLETIC 2

Rayo Vallecano: Keller; Alcázar (Ferreira, m. 67), Ballesteros, De Quintana, Mingo; Mauro (Bolo, m. 30), Quevedo, Poschner, Míchel (Setvalls, m. 23); Luis Cembranos y Bolic. Athletic de Bilbao: Lafuente; Lacruz, Ríos (Larrainzar, m. 77), Carlos García, Larrazabal; Óscar Vales; Tiko, Felipe, Alkiza, Yeste (Cuéllar, m. 72); y Ezquerro (Merino, m. 86). Goles: 0-1. M. 20. Ezquerro pica el balón sobre la salida de Keller tras recibir un pase de Yeste. 0-2. M. 89. Tiko, cayéndose, engancha una volea cruzada dentro del área y marca tras golear la pelota en el palo. 1-2. M. 90. Luis Cembranos, de penalti. Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Mingo, De Quintana, Luis Cembranos, Setvalls y Larrazabal. Expulsó, con roja directa, a Poschner (m. 64). Unas 9.000 personas en el Teresa Rivero.

Por rácano que resultara su planteamiento, al Athletic le salió todo a pedir de boca. Nada más empezar cazó esa contra que anhelaba, Ezquerro marcó el 0-1, y a aguantar. Poco después, para aumentar sus males, el Rayo se quedó sin Michel, el único, junto a Luis, capaz de inventar algo. Así las cosas, todo se convirtió en correr y empujar en una pequeña parcelita del césped vallecano, la del centro del campo.

De un empujón a otro, de una carrera a otra, fueron pasando plomizos los minutos. El Athletic guardando la bolsa; el Rayo intentando meter la mano en ella. No supo cómo.

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