_
_
_
_
Reportaje:

De nómadas a alumnos

Treinta chabolistas de Málaga acuden a cursos de albañilería y fontanería en busca de empleo

'Antes, cuando llovía, tenía que ver por dónde me caían las goteras', explica Joaquín Bruno, de 26 años, y procedente de Puente Los Morenos, uno de los últimos núcleos de chabolas de Málaga. Este madrileño de padres extremeños ha recibido una vivienda mediante el Plan de Erradicación del Chabolismo en Andalucía en el que participan ayuntamientos y Junta. 'Lo peor son los cinco pisos sin ascensor, ¡Uf! Y la falta de costumbre al tener que pagar luz y agua, algo que antes tenía gratis, aunque no tan al alcance de la mano', exclama resignado.

Una nueva fase del programa contra el chabolismo es la inserción laboral, en la que participan 30 personas, una quincena de mujeres y otros tantos hombres. Joaquín Bruno, una vez logrado un hogar digno para criar a sus dos hijos de siete y tres años, asiste a un taller de albañilería para conseguir empleo y mantener a sus retoños con tranquilidad después de años de penuria.

El plan público para erradicar la infravivienda apuesta fuerte por la inserción laboral

Joaquín, años antes de optar por la vía laboral de mano de la administración, era asiduo de los mercadillos, donde vendía fruta y ropa, y también cargaba chatarra en su furgoneta. El monitor del curso estudia sus aptitudes en el centro Ave María de la capital. Serán 600 horas de esfuerzo, tiempo en el que los alumnos cobrarán 1.700 pesetas por día de asistencia o siempre que justifiquen su ausencia.

La libertad y el no rendir cuentas a nadie ha marcado la vida de estos alumnos. Manuel Rodríguez, de 18 años y procedente de las chabolas de La Misericordia, ha sido ubicado en Fuente Olletas junto a sus padres. El joven recibe las correcciones del profesor: 'Esas rasillas (pequeños ladrillos) no tienen hecha la llave (disposición para quedar trabados)'. El joven aprendiz, ni corto ni perezoso, le responde por bulerías: 'No tienes la llave del corazón mío'. El profesor no puede evitar una sonrisa ante unas clases tan curiosas como atípicas.

En el otro extremo del centro, los aspirantes a fontaneros reciben unas lecciones más teóricas que sus compañeros de la construcción. El monitor, José Melgarejo, reconoce la dificultad que supone, para gente poco acostumbrada a la quietud del pupitre, el hecho de tener que soportar las lecciones. No obstante, espera sacar provecho de algunos alumnos que manifiestan un interés especial en aprender.

Las mujeres matriculadas en fontanería huyen hastiadas de tanta pregunta. A Francisco Rodríguez, de 26 años, le cuesta adaptarse a su nueva vivienda en la zona céntrica de Lagunillas porque 'antes tenía más libertad' y ahora, aunque enclavado en un vecindario, prefiere ir a su aire. Rodríguez asegura que ha trabajado como jardinero, pintor, fontanero o incluso en unas excavaciones arqueológicas en la zona de la plaza de La Merced, donde se encontraron restos fenicios. 'Después de todas estas clases de fontanería, espero que me den un trabajo porque algo se nos quedará', sentencia.

Los talleres tienen una duración de nueve meses, de los que siete están dedicados a enseñanzas en el centro Ave María. Después, se inicia un periodo de dos meses, en los que los alumnos realizarán prácticas en obras reales. Todo un encontronazo con otra cara de la realidad y de la vida.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_