La 'Tigresa' del golf
La sueca Annika Sorenstam aspira, récord a récord, a su quinto triunfo sucesivo en el 'tour' norteamericano
Una de las claves del éxito de Tiger Woods es su precisión geométrica con el driver, en los lanzamientos de salida, para que la pelota aterrice en el centro de la calle tras un vuelo tan largo como tranquilo. A diferencia del Severiano Ballesteros de su mejor época, a menudo errático, el golfista estadounidense casi nunca ha de recurrir a la épica, a la inventiva espectacular de las muñecas geniales, para recuperar la posición con un segundo impacto imposible desde la maleza o el laberinto arbolado. Su costumbre es presentarse en regulación en cada green; es decir, habiendo dado los golpes que teóricamente debía dar o alguno menos para su mayor ventaja. Según la estadística anual, lo hace así en el 72,9% de los casos. Un promedio demoledor, sí. Pero... superable. Annika Sorenstam puede presumir de que el suyo es del 83,9%. Y es que, salvando las distancias, la sueca (Estocolmo, octubre de 1970) se está mereciendo con creces el apelativo de Tigresa.
'Es increíble lo que me sucede', confiesa la primera mujer que bajó de los 60 golpes en una vuelta
Si Woods se ha convertido, a sus 25 años, en el primer jugador capaz de ganar de modo sucesivo, aunque no en la misma temporada, los cuatro torneos del Gran Slam -el Open de Estados Unidos, el Open Británico y el Campeonato de la PGA Norteamericana, en junio, julio y agosto de 2000, y el Masters de Augusta, en abril de 2001-, Sorenstam, a sus 30, aspira este fin de semana a codearse con la mítica Nancy López como las únicas con cinco victorias consecutivas en el circuito norteamericano. La estadounidense las obtuvo en 1978, cuando se acreditó como la mejor novata: se anotó tres competiciones, descansó una semana y reapareció para apuntarse dos más. La nórdica, la rookie europea de 1993, en las citas de Tucson, Phoenix y Rancho Mirage -el Campeonato Nabisco, uno de los más importantes- en marzo y, tras una pausa del calendario, en la de Los Ángeles el sábado pasado. Ahora, a partir de mañana, afronta la de Sacramento como centro neurálgico de la expectación. Con sus cuatro triunfos seguidos, tras amagar con sus segundos puestos en sus otras dos actuaciones, en Hawai, ya está a la altura de la norteamericana Kathy Whitworth, pero pretende colocarse a la de López.
'Ahora o nunca', debe de decirse Sorenstam mientras se relaja haciéndose una tarta -la cocina y la música son sus aficiones alternativas a las deportivas- y se sorprende repasando su carrera desde que a los 12 años se enamoró del swing y se entregó a él en cuerpo y alma con el respaldo de sus padres y su hermana, Lotta -'mi familia ha sido mi gran ayuda', proclama-. No en balde camina de récord en récord en el nuevo siglo. Para empezar, la poseedora de 26 títulos, entre ellos dos grandes -el Open de Estados Unidos en 1995 y 1996-, se convirtió en Phoenix en la primera mujer en bajar de los 60 golpes en una vuelta oficial. Su tarjeta de 59 -trece birdies, ningún bogey-, un logro que aún no puede mostrar Woods, le impulsó hacia otra plusmarca al totalizar 261, o sea 27 bajo par, entre los cuatro recorridos. Para continuar, acaba de situarse al frente de las ganancias en la historia del tour, con 6.957.044 dólares por los 6.847.284 de la estadounidense Betsy King, y es quien en menos tiempo en un año, de enero a abril, ha rebasado la cota de los 700.000 dólares; en concreto, suma 756.448 (unos 136 millones de pesetas). Pero todavía hay más...
'Ahora o nunca', debe de decirse Sorenstam. Con razón. Y es que, por añadidura, la suerte y el miedo escénico de sus rivales -'es una trituradora', dicen de ella-, factores indispensables en el golf, potencian sus palos, ese putter antaño esquivo y con el que, a fuerza de entrenarse, tanto afina hoy. ¿Cómo se explica, si no, que en Los Ángeles remontase el último día diez golpes de desventaja? Nadie lo había conseguido antes. La guinda de los récords, la que le hizo exclamar: 'Necesitaba un milagro, pero esto ha sido mucho más'. A la norteamericana Pat Hurst, que quería dar a su país su primera victoria del año, se le fue nublando la vista y disparando el pulso a medida que Sorenstam y la surcoreana Mi Jun Kim, a la que la sueca derrotó en el desempate, le presionaban y se desmoronó de bogey en bogey. 'Es increíble lo que me está sucediendo', confesó, emocionada, Sorenstam; 'tengo la sensación de que cada tiro me va a ir bien'. Una fe que, en Sacramento, podría llevar a la réplica femenina de Woods, a este otro fenómeno mediático, a su quinto triunfo sucesivo.
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