Con la excusa de la Cruz
Con la excusa de la Cruz, personas que ignoran a su prójimo, que se aprovechan de él o que abiertamente le pisotean, ocupan posiciones de privilegio en lugares donde hay muchas cruces. Con la excusa de la Cruz, algunos que sonríen ante la religión desde una pretenciosa superioridad, ocupan vistosas atalayas donde presumen a la vista de todos. Con la excusa de la Cruz, unos días que invitaban a la reflexión sobre el sentido trascendente de nuestras vidas los hemos ido transformando en todo lo contrario.
Qué buena excusa ha resultado la Cruz, pero ¿qué culpa tiene ella y, sobre todo, qué culpa tiene el Crucificado? ¿O es que acaso invita a la juerga la visión de un Hombre sufriente, moribundo y cosido a un madero, seguido de una Madre rota de dolor?