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Columna
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Sucios

He visto en esta Semana Santa, como en todas, kilos de basura en la carrera oficial de las procesiones. Basura de la gente de orden, de los rebelados contra la movida de los fines de semana, que ven en la juventud a gente sucia y desvergonzada. A mí también me molestan los jóvenes que hacen pis en la puerta de mi casa y, sin embargo, no iría de manifestación contra ellos con quienes presumen de civismo y llegado el momento de demostrar que son más limpios y de mucho más orden que los jóvenes a los que recriminan, demuestran todo lo contrario.

La basura acumulada al paso de las procesiones, por donde la gente de orden ocupa sillas y palcos es tanta, que aterra pensar que toda esa gente saliera también los fines de semana.

Los jóvenes dejan los centros de nuestras ciudades asquerosos, escandalizan a la gente de orden porque hacen pis en la calle, y es verdad que es insoportable, pero seguramente muchos podrán contar que han visto esta Semana Santa, como todas, a abuelas bien arregladas y aparentando orden, limpieza y respeto por la calle -que es de todos- poner a sus nietecitos a hacer pis entre las sillas de la carrera oficial y mamás llenando bolsas de plástico, abandonadas más tarde, con todo tipo de residuos de una tarde entera de merienda, chucherías y refrescos. Si los niños de esas abuelas y esas madres cuando crezcan y vayan de marcha hacen pis en la calle y abandonan bolsas con los restos del botellón, habrá otras madres y otras abuelas que protestarán por eso, pero esos niños no podrán decir que de pequeñitos les enseñaron que en la calle no se hacen esas cosas.

Cuando la gente de orden se pone a prueba es tan de desorden como cualquiera. Nuestro problema es que no apreciamos la calle como espacio de todos. El nivel de educación de un país se ve en la limpieza de sus calles. Es injusto arremeter contra las concentraciones juveniles y sus estragos, porque aquí todos demostramos nuestra capacidad de incivismo en cuanto nos dan la más mínima oportunidad. Y no es que quiera liberar de su parte de culpa a los servicios de limpieza, es que, aunque funcionaran tan mal como funcionan, si no mancháramos todo sería menos asqueroso.

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