A media luz los tres
La astenia primaveral y la sosería de las reses hicieron causa común y sólo brillaron los bordados. Morante de la Puebla habría necesitado poseer el don de la ubicuidad: por cada lance que instrumentaba en La Malagueta, hubiera querido oír los rumores de La Maestranza. Tanta tensión se sentía casi físicamente, acalambraba las piernas y palidecía el diestro, preso de duda y deseo. El tercero de la tarde aguantó un puyazo largo y fue víctima del mismo al dar con sus huesos en el suelo. Dos y media en quite de primor significaron el momento más afortunado. Con la muleta hacía falta decisión y mando más que interrogación y prueba; Morante dudó. Fueron buenos algunos derechazos con la punta del estoque señalando el suelo, se le coló al natural y consintió el cuerpo a cuerpo en vez de dictar su propio arte.
Rojas / Jesulín, Finito, Morante
Toros de Gabriel Rojas Vázquez (3º, sobrero), sosos y sin fuerzas, 3º y 4º anovillados. Jesulín de Ubrique: dos pinchazos y estocada desprendida (ovación y saludos); estocada y descabello (oreja). Finito de Córdoba: tres pinchazos -aviso-, pinchazo y cuatro descabellos (ovación y también pitos cuando saluda); pinchazo, media trasera horizontal, pinchazo -primer aviso-, tres pinchazos -segundo aviso-, pinchazo, media trasera y descabello (pitos). Morante de la Puebla: media desprendida (petición y vuelta); bajonazo (oreja). Plaza de La Malagueta, 15 de abril. Cerca de tres cuartos de entrada.
La labor de Jesulín en el primero fue políticamente correcta. Ni dijo nada ni molestó a nadie, al hilo del pitón, sin obligar, despacioso entre series y aburrido.
En el cuarto, el torero varió la decoración: puso decisión, se lo pasó más cerca, mejoró el ritmo entró a matar con la verdad por delante. Enfrente había un enemigo claudicante, sin fuerzas, poco representativo del género, pero así son los tiempos.
Antiguamente, Finito de Córdoba era un pintor que recreaba la materia universal con colores celestes. Ahora, Finito de Córdoba, S A, es ingeniería mecánica, financiera y de telecomunicaciones. Ha descubierto la media aritmética y juega al empate, lo que le hace perder en muchas ocasiones. De su primera faena, un solo natural, sin estar integrado en la serie, huérfano y aislado. Lo demás, escuadra, cartabón, distancia y suficiencia. El quinto, por falta de fuerzas, se mostró desabrido por el pintón derecho; el señor ingeniero le dio salida cómoda y amplia por ambos carriles y, a la hora de matar, pegó el sainete. Sólo el pelo del reloj le salvó de la infamia del tercer aviso.
Morante, en el sexto, compuso la figura en dos lances, la descompuso en otro y remató con media verónica rodilla en tierra. No le salieron las cuentas con la izquierda, mejoró con la derecha, que es lo que dice el Gobierno, y consiguió algunos pases estimables pintureramente rematados, eso sí, una vez fuera de jurisdicción el toro. La profesionalidad de Jesulín, la desidia de Finito y las ganas de Morante no bastaron para sacar brillo a un material taurino en el límite de la presentación y muy pobre de juego por la falta de fuerzas. De todas maneras, observamos una cierta recuperación en Morante.
Babelia
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