'Ir al Calcio sería la leche'
Un chaval de Leganés, de Lega,uno de los pueblos que circundan el núcleo urbano de Madrid, ni muy alto ni un pequeño pilluelo del área -mide 1,76-, se ha convertido en uno de los reyes del gol, en cantidad y calidad, en la Segunda División: Javier Guerrero. Ha anotado 12 tantos, ninguno de penalti, que le han valido 19 puntos a su club, el Albacete, metido de lleno en la lucha por el ascenso.
'Lo importante es el equipo', dice Guerrero en uno de esos arrebatos de modestia que los goleadores repiten como si accionasen un resorte automático de respuestas. Puede que sea así, pero su juego ha convertido Albacete en la ciudad de moda para los técnicos del Udinese, italiano; el Villarreal, el Celta, el Málaga y el Atlético de Madrid. En concreto, los contactos con el Udinese han sido constantes en los últimos meses y Guerrero podría engrosar la legión de inmigrantes de lujo españoles que desde San Remo, ciudad fronteriza del norte, al estrecho de Mesina empiezan a desembarcar en el Calcio. 'Eso sería la leche. Pero no me quiero subir a la nube porque ya me he caído de ella varias veces', dice este extremo zurdo, de 24 años.
Criado en la cantera del Madrid, compañero con menos suerte de Guti, Raúl o Jaime bajo la tutela de los técnicos Toni Grande y Sergio Egea, ya conoce el vértigo de ser el máximo goleador. Fue Pichichi con 21 goles en el Real Madrid C, en 1997. También conoce las risas, los malos humores y las manías de los jugadores de la primera plantilla blanca. Con ellos compartió entrenamientos, estiramientos, flexiones y partidillos cuando en 1998 estuvo a punto de dar el salto al equipo de los mayores. Pero no fue así y, como tantos otros canteranos, conoció entonces la hiel de la peregrinación por las categorías casi provinciales del fútbol español: Terrassa fue su primer destino. Después, una segunda etapa en el filial madridista en la que ya sabía que su futuro no estaría en el club de Concha espina. En 1999 deshojó la margarita entre el Mérida y el Albacete. Eligió al club manchego. Hoy, el Mérida ya no existe: desapareció el pasado verano bajo el peso de la quiebra y las exigentes leyes del deporte. 'Fue una buena elección, la verdad', dice ahora con alivio Guerrero.Sin embargo, el velado sueño futbolístico de Guerrero sería remar en el Manzanares en la Primera División: 'Mi ídolo en el cole era Futre. Yo he sido siempre del Atlético'. Sea cual sea el destino de Guerrero, es casi seguro que estará lejos de La Mancha. Ahora, cada gol es una medida de longitud que le aleja del Albacete.
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