_
_
_
_
Reportaje:

La estación del amor estalla con la Pascua

Tras un exilio de 40 días regresa 'Don Carnal', acompañado de 'Don Amor'

Hoy se inaugura una nueva época en el País Valenciano caracterizada por el esplendor de la naturaleza y la reaparición de antiguos ritos de galanteo. Una fiesta antiquísima y universal ante la llegada de las flores, portadoras de esperadas y benditas cosechas. Por eso se sale ritualmente al campo a comer en lugares sagrados sacrosantos panes y huevos de la fecundación y multiplicación y a cantar el gozo del retorno de las flores, de resurrección de una nueva vida.

Se inicia una nueva estación, la Estación del Amor como la definió Caro Baroja. En la tradición cristiana se acabaría una época de espiritualidad y se inauguraría otra de carnalidad. Tras un exilio de cuarenta días, Don Carnal, acompañado de Don Amor, regresa triunfal, venciendo a Doña Cuaresma, según explicaciones dadas por Juan Ruiz, el de Hita, el arcipreste del buen amor. Empieza un nuevo ciclo, un nuevo año, como indica el nombre mismo del mes de abril, del latín aperire, abrir. Se abren las flores y los huevos de las aves, el trigo espiga, los animales crían, los días se alargan y el Sol calienta más y luce mejor. El invierno y su esterilidad se convierten en un recuerdo. Ese cambio queda reflejado en la propia Processó de l'Encontre, que se celebra esta mañana en casi todo el País Valenciano. Una lunar, la Merededéu dels ous, se despoja del oscuro velo de la noche -el velo de Isis- al ver al nuevo sol de Jesús resucitado. Es esta una procesión de insinuantes miraetes entre los jóvenes que pretenden compartir las jornadas pascueras.

También incluye esa idea de cambio y renacer la trencà dels perols de la pasada madrugada en el Grau-Cabanyal-Canyamelar. Es el ruido que aleja malos espíritus y, en este caso, libera los buenos que contenían cántaros y ollas y la destrucción del año viejo con un objeto emblemático del tiempo ya pasado. Los griegos ya rompían tiestos en este mismo sentido.

Otro rito que define la nueva estación es el de las enramades. Con ramas de pino se han adornado las calles de Tibi, Castielfabib, Sueras, Venta del Moro y Camporrobles y se han plantado árboles y arcos vestidos de sabina; Alcoi ha delimitado el espacio festivo de sus moros y cristianos con una metálica enramada. Se trata de llevar al poblado los beneficios del mágico bosque, un vestigio del culto a los árboles, que, en el equinoccio, eran paseados en procesión, ornados con cintas rojas y guirnaldas de violetas, en honor a Atis, el dios de la primavera; lloraban su muerte amargamente tres días; resucitaba al cuarto y explotaba la alegría de las fiestas Hilaria, al encontrarse con su gran madre Cibeles y recuperar su fuerza genital con la floración.

La floración tuvo su 'reina', que pasaría a presidir la Festa de la Rosa y los Juegos Florales y, de ahí, a la 'reina de la fiesta'. Esta 'reina' simbolizaba las bodas de los espíritus de la vegetación, que transforman las flores en frutos. La reina de l'Encontre de Torrent podría estar más relacionada con estos reinados que con la represora virreina Germana de Foix.

Por su parte, las enramadas se han cristianizado como adorno de itinerarios procesionales, llegando, en Sinarcas, a ubicar bajo sus arcos el Encuentro y la propia misa de Pascua, a pesar de su paganismo y de estar integradas en nuestros ritos de festeig. Galanteos, presentes en el momento de la Gloria -Al.leluia tocada,Quaresma acabada- cuando las doncellas daban la mano al doncel que deseaban como amante pascuero; ritos amorosos que se traducen asimismo en las rondas y serenatas y sus cantos de aurora o alborada, las albades, ante las ventadas de las mujeres amadas o deseadas: Albada li fas? Tu t'hi casaràs

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Las salidas rituales al campo implican un acto de adoración de una natura pletórica. Los bailes y juegos son especialmente significativos. Sobre las eras se danzaba para favorecer los cultivos y las cosechas y aún se juega a solares y circulares pilarets, rotgle. Los griegos ya empinaban la milotxa y el catxerulo, como símbolo de ascensión espiritual. Es milenario columpiarse para contribuir a la fertilidad de la tierra y saltar a fin de acelerar el crecimiento de la vegetación. En las gozosas y campestres liturgias de estas tardes de abril -per l'abril tot pardal fa son niu- las monas son las víctimas propiciatorias, consumidas como sacramento natural, acompañas de carnal sobrasada, justamente en los espacios sagrados de la trilla de las espigas. Su huevo ha de ser comido, pero, antes, los pretendientes deben romperlos justamente en la frente de los amantes pretendidos con la fórmula: Ací et pica, ací et cou, ací et trenque l'ou.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_