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PG&E, primera víctima de la crisis eléctrica en California

La crisis eléctrica de California se cobró su primera víctima el pasado viernes con la quiebra de Pacific Gas and Electric (PG&E), el primer distribuidor eléctrico del Estado. PG&E no tuvo más remedio que ceder frente a una deuda acumulada de casi 9.000 millones de dólares, consecuencia de una desregulación fallida y del incremento de los precios del gas natural.

Los meses de negociaciones con el gobernador de California, Gray Davis, para evitar el caso extremo no sirvieron de nada. Robert Glynn, presidente de PG&E echó toda la culpa de la situación al fracaso del diálogo con las autoridades del Estado.

En California, los distribuidores, según el polémico plan de desregulación de 1996, compran la electricidad a precio de oro en el mercado abierto pero deben venderla al consumidor aplicando tarifas fijas que no se corresponden con el coste. Consecuencia: PG&E ha ido acumulando pérdidas mensuales de 300 millones de dólares desde que se agudizara la crisis el pasado otoño.

La quiebra legal en el sistema estadounidense es muy parecida a la suspensión de pagos prevista por las leyes españolas: un mecanismo para conseguir reescalonar la deuda. Algunos analistas han avanzado incluso la arriesgada teoría de que la decisión de PG&E es una táctica para forzarle la mano a Davis.

En un intento in extremis, Davis ofreció, un día antes del anuncio de la suspensión de pagos, aliviar las deudas de los distribuidores entregándoles parte de la subida de las tarifas eléctricas aprobada la semana pasada. El 27 de marzo, las autoridades de California aprobaron un aumento del 46% de los precios (un 36% para los clientes de la distribuidora Socal Edison y un 27% para los abonados de PG&E).

En principio, el anuncio de PG&E no debería afectar a la situación de los californianos que ya viven a dos velas. El distribuidor aseguró que, pese a la suspensión de pagos, seguirá cumpliendo con sus 13 millones de clientes. California ha vuelto a vivir apagones desde finales de marzo y se prevé que la situación empeore en el próximo verano.

Repercusiones en la región

Queda por saber qué pasará ahora con el número dos del sector y rival de PG&E, Southern California Edison. Éste había llegado en principio a un acuerdo con Davis para venderle su red de distribución eléctrica y así pagar sus deudas más urgentes. En un comunicado hecho público el pasado viernes, se desmarcó de la medida tomada por su competidor.

Las repercusiones de esta crisis van más allá del confort de los 33 millones de californianos. Con una potencia suficiente para ser la sexta economía mundial, California podría extender su colapso eléctrico a los Estados de la región si no encuentra una solución de urgencia antes del 2005, cuando entren en funcionamiento las seis nuevas centrales que se están construyendo.

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