'El amor de mi vida fue Jeanne Moreau'
El segundo tomo de las memorias de José Luis de Vilallonga está ya en las librerías. Editado por Plaza y Janés, es 'la novela de una vida', el relato irónico, humilde y, parece, sincero de este hombre, hoy octogenario, que tuvo la suerte o el acierto de coger el tren del exilio en el momento preciso y mantenerse activo, joven y curioso. Eso le permitió vivir en Londres, Buenos Aires, París, y su periplo estuvo lleno de lujos y fiestas, ingleses excéntricos (su familia política), sufrimiento por su hijo mayor ('salió extremadamente antipático, más inglés que si lo hubiera sido del todo'), entrevistas con Chaplin, De Gaulle, Perón, Evita, Pompidou, Indira Gandhi o Golda Meir, y algunos amoríos. Menos, desde luego, de lo que se podría suponer. 'Es que yo, en el fondo, soy un gran tímido, nunca he sabido cómo acercarme a las mujeres. Son ellas las que han tenido éxito conmigo, y no al revés'.
Pregunta. Sus memorias funcionan más como una novela que como un reportaje. Supongo que se siente más escritor que periodista, aunque en el libro cuenta más su faceta de entrevistador que la de literato.
Respuesta. Me interesaba, sobre todo, escribir como un novelista, contar la novela de mi vida. No quería hacer un reportaje, aunque todo lo que sé como periodista lo aprendí de los alemanes, de Axel Springer, que consideraba que el periodismo era un arte y siempre me dijo que quería un periodista que escribiera como un escritor.
P. En este volumen reproduce, por ejemplo, la entrevista que le hizo a Chaplin en Suiza, en la que él negó ser judío. No fue un mal principio...
R. Sí, se montó un follón terrible. Él era el mito del humor judío, y nadie entendió por qué negó su origen de repente, a los ochenta y tantos años. Los semitas del mundo entero se levantaron contra mí, dijeron que era mentira, que todo era un invento, me acusaron de antisemita... Menos mal que tenía las cintas grabadas, y las notas. Todavía las conservo. Lo peor fue que Chaplin no quiso confirmarlo. Se portó muy mal, se escaqueó, se hizo el muerto.
P. También cita esa frase de Curzio Malaparte que decía que para hacerle una buena entrevista a una mujer antes hay que acostarse con ella. ¿Utilizó usted esa técnica?
R. Nunca. Malaparte era un gran cínico, un tipo listísimo. Pero eso lo dijo porque no se vio en el brete de tener que entrevistar a Golda Meir en su cocina, rodeada de ocho guapos generales de 28 años. O a Indira Gandhi. Si se hubiera visto en una así, se habría callado. Gandhi era terriblemente antipática y agresiva. Había triunfado en todo lo que su padre fracasó, y eso la irritaba mucho. A mí me dijo que el gran pecado del siglo era el nacionalismo. Nada menos. En la Embajada india en París, cuando lo leyeron, querían matarme. Menos mal que conservé las cintas.
P. Leyendo el libro se cae bastante esa imagen de galán latino que ha tenido.
R. Eso son cosas del cine. Te ven todo el rato con mujeres despampanantes y creen que la vida es igual, pero qué va. No es eso.
P. Bueno, su primera mujer, Pip, le mantuvo a usted con el dinero de su padre. Pero da la impresión de que usted procuró chulearle poco.
R. Por lo menos lo intenté. Hice lo posible...
P. Aunque alguna aventurilla asoma por ahí... Esa con una tal O. G., por ejemplo.
R. Era una señora guapísima, pero completamente mema y pelmaza. Yo tenía la edad como para que me gustara que se hiciera el silencio al entrar con ella en los sitios. Pero en el fondo soy un tímido, nunca he sido nada ligón. Hablando un día con Vittorio Gassman me decía: 'José Luis, es que yo no sé cómo acercarme a las mujeres'. Y yo le dije: 'Pero hombre, si tienes a las de medio mundo muertas de ganas'. 'Sí, pero no sé cómo empezar'. A mí me pasaba lo mismo. Por cierto, hay otra anécdota graciosa con Gassman. Estábamos rodando en el castillo de Pedralbes una película con Jaime Camino, sentados al sol, con 40 grados, esperando como siempre se espera en el cine. De repente, Vittorio se levantó y dijo: '¡José Luis, ma ché cazzo facciamo qui noi a la nostra etá!' [¡Pero qué coño hacemos nosotros aquí con esta edad!].
P. ¿Cómo progresó su relación con su hijo mayor, el que se ponía a berrear en cuanto usted lo cogía?
R. Progresó mal. Es una de esas personas que, al no ser inglés del todo, hace esfuerzos inauditos por ser más inglés. Es extremadamente antipático y raro, y no sólo conmigo. Hace 20 años que no nos vemos. Me da pena. Con mi hija me llevo mejor, pero tampoco la veo mucho. Vive en Nueva Zelanda, y tiene un hijo que es piloto de aviones. Jubilado. Sólo tiene 23 años, pero lo jubilaron porque ya no podía pilotar los aviones modernos.
R. Este segundo volumen acaba anunciando una cita con Jeanne Moreau. Por las bromas, parece que lo suyo con ella fue una cosa seria.
P. Jeanne Moreau ha sido el gran amor de mi vida. Ha venido varias veces a España y no nos hemos visto porque los dos queríamos guardar la imagen que teníamos cuando éramos más jóvenes. Yo todavía guardo la imagen de la gran Jeanne que conocí. Era una mujer espléndida, muy inteligente y una inmensa actriz, la número uno.
P. Pero no arregló su relación con Buñuel.
R. No hubo forma. Siempre decía: 'Ese aristócrata...'. Y yo pensaba: 'Este paleto...'.
P. Ha tenido usted suerte con su vida, ¿eh?
R. He sido un privilegiado. He tenido mucha suerte. Pero las cosas no pasan por casualidad. Si pasa el tren y no lo coges, te quedas sentado en la silla. He leído las memorias de Barral y no pude evitar indignarme. Seiscientas páginas quejándose de lo terrible que era la vida en el franquismo. ¿Y por qué no te fuiste?
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.