La coca, un cultivo nómada
La presión de los grupos armados que controlan la producción se empieza a sentir en Ecuador
Años de asedio a los cultivos de coca en Bolivia y Perú han conseguido su propósito, pero no han podido evitar un fenómeno que se conoce en el lenguaje anti narcóticos como efecto balón. La producción de coca, que ha disminuido en un 80% en Bolivia y ha declinado a la mitad en el Perú, ha emergido ahora en una de las regiones más inestables de los países andinos.
En el Putumayo y el Caquetá, en el suroriente colombiano, en la frontera con Ecuador, florecen 163.000 hectáreas de coca, según estimaciones del Departamento de Estado estadounidense. El asedio ha comenzado ahora en esta región. Estados Unidos aspira a obtener resultados visibles en un año. Pero la erradicación de los cultivos no será tan fácil en Colombia y, por ello, la estrategia de erradicación, que cuenta con el apoyo de Washington a través del Plan Colombia, incluye un factor militar.
Los nuevos cultivos, que han crecido de una manera asombrosa en sólo tres años, están en una zona en la que se libra el conflicto armado colombiano. Allí no será suficiente con negociar la sustitución de cultivos con los campesinos o eventuales campañas de fumigación aérea de las plantaciones. El Plan Colombia prevé una inversión de 1.300 millones de dólares, en gran medida para asistencia militar, programas de fumigación y de desarrollo de cultivos alternativos.
'Las fumigaciones que se hicieron en diciembre, enero y febrero, estaban, las primeras bajo control de los AUC [Autodefensas Unidas de Colombia, un grupo de paramilitares de derecha] y las siguientes en una zona en la que existe una presencia conocida y regular de las Fuerzas Armadas de Colombia', dijo William Brownfield, secretario de Estados adjunto del Departamento de Estado, en una conferencia de prensa en Washington, el pasado 13 de marzo, en la que se informó sobre los resultados de la aplicación del Plan Colombia.
Hemos comenzado en el departamento del Putumayo, que representa un particular desafío. Comparadas con las áreas de cultivo en Perú y Bolivia, el clima [en el Putumayo] es duro; los suelos, más pobres, y el acceso a los mercados, más difícil. La infraestructura no es buena, pero, por supuesto la situación de seguridad representa una complicación adicional para una legítima actividad agrícola', dijo Brownfield.
Pero la coca es un cultivo nómada y, un año después de la intervención antinarcóticos de las fuerzas de seguridad en este nuevo centro cocalero, los cultivos se desplazan ahora hacia el oeste. 'Lo que la fumigación hizo fue transferir el fenómeno de el Putumayo a Nariño', declaró Parmenio Cuéllar, gobernador del Departamento de Nariño al periódico estadounidense The New York Times hace pocos días. 'Y si fumigan Nariño, el problema se irá a otro lugar', añadió.
Llorente, una pequeña localidad de ese departamento colombiano, vive ya los efectos de la producción cocalera. 'A esto le llaman el pequeño Putumayo. La gente que llega aquí dice que está dejando el Putumayo debido a la fumigación', señala Domingo Moreno, párroco del pueblo.
La presión de los grupos armados que controlan la producción de coca se empieza a sentir en Ecuador, dice César Montúfar, analista de la Universidad Andina Simón Bolívar. 'Grupos armados presionan desde Colombia e intentan provocar desplazamientos en territorio ecuatoriano para ampliar la frontera agrícola de los cultivos de hoja de coca', asegura.
Estrategia
La nueva estrategia de guerra antinarcóticos que será aplicada en la región del Putumayo está resumida en el Plan Colombia. Éste prevé equipar a tres batallones para ejercer una presión en la zona controlada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y paramilitares de extrema derecha.
Una vez alcanzado este objetivo, se intentará erradicar los cultivos de coca rociando con un herbicida las plantaciones. Pero los aviones deben hacer vuelos rasantes y están en peligro de ser atacados por las fuerzas irregulares.
Esta semana, EE UU anunciará el papel que jugarán en el esquema de Washington otros países del área, en la denominada Iniciativa Andina. Este nuevo programa del Gobierno de Estados Unidos prevé una inversión de 550 millones de dólares. 'No se puede tratar a Colombia aisladamente, como si fuera el único país en América o en el hemisferio occidental', dijo el estadounidense William Brownfield, secretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental.
'Necesitamos un enfoque más regional de la crisis que hoy emana de Colombia', añadió. 'Colombia vive un frágil equilibrio, que podría desembocar en una militarización del conflicto en el Putumayo, acompañado de un proyecto de fumigación masiva', advierte César Montúfar, analista de la Universidad Andina Simón Bolívar. 'Debería aplicarse un esquema de combate al narcotráfico, pero no sólo desde la perspectiva de Colombia y de Estados Unidos sino de Venezuela, Brasil y Ecuador, que podrían verse afectados', dice.
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