Aires de guerra fría
El mayor síntoma de que pintan bastos en las relaciones ruso-norteamericanas es que Bush no se da ninguna prisa en reunirse con Putin. Serguéi Ivanov, número dos del Kremlin, intentó hace días arrancar una cita. En vano. Parece que Bush intenta poner a Rusia en su sitio: el de una potencia de tercer orden. Y Putin exige respeto. Los frentes de conflicto son el escudo antimisiles, la ampliación de la OTAN y los tratos de Rusia con Irán y Corea del Norte. Ayer, Rusia se enfadó después de que un alto cargo recibiera en Washington a un líder guerrillero checheno.
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