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La FIDE amenaza con boicotear el torneo de Linares

Si no puedes con tu enemigo, amenázale. Es la táctica que aplica el ruso Artiom Tarásov, presidente de FIDE Comercio, una empresa de reciente creación, muy ligada a la Federación Internacional de Ajedrez. Ante la negativa de los torneos de Linares, Wijk aan Zee (Holanda) y Dortmund a entrar en el nuevo Gran Premio de la FIDE, Tarásov anuncia que intentará boicotearlos.

“En algunos casos, por el progreso y el bien del ajedrez, organizaremos nuevos torneos en las capitales de esos países. Eso colocará en una situación ligeramente desafortunada a algunos torneos, dado que los del Gran Premio tendrán lugar probablemente en las mismas fechas que aquellos que rechacen nuestras propuestas”.

Esas palabras pertenecen a una entrevista publicada hace unos días en el sitio oficial de la FIDE en Internet. Las ha dicho el propio Tarásov, quien sin duda confía mucho en un viejo principio del gran maestro y eminente teórico Aaron Nimzowitch: “La amenaza vale más que su ejecución”. Quizá lo aprendió durante la época más turbulenta de su vida, cuando se convirtió en uno de los primeros multimillonarios de la nueva Rusia y se marchó a Londres en circunstancias poco claras.

Pero la teoría de Nimzowitch requiere que la amenaza sea creíble. Para reforzarla, Tarásov ha enviado una carta a los organizadores de Wijk aan Zee en términos muy similares a los citados en el párrafo entrecomillado. Pero no es evidente, ni mucho menos, que los patrocinadores potenciales de los torneos que la FIDE proyecta organizar en Amsterdam, Madrid y Berlín vayan a recibir con agrado la propuesta de que sus fechas coincidan con las tradicionales de Wijk aan Zee (enero), Linares (febrero) y Dortmund (julio), respectivamente. Les acusarían de boicoteo, y eso no sería bueno para su imagen comercial. Tampoco está claro que los jugadores invitados vayan a apostar por lo que puede ser flor de un día, en lugar de permanecer fieles a torneos consolidados durante muchos años.

¿Por qué FIDE Comercio necesita la serie de torneos del Gran Premio? Cuando se le plantea esa pregunta, en la misma entrevista, Tarásov contesta a otra: “Muchos torneos tienen dificultades para lograr fondos y se enfrentan a un peligro de extinción inmediata. El Gran Premio les proveerá de la financiación necesaria para que esos grandes torneos existan”.

Los hechos apuntan en otra dirección. Tarásov es amigo de su compatriota Kirsán Iliumyínov, presidente de la FIDE. Este organismo, cuya imagen ha sido manchada por múltiples escándalos durante los últimos 30 años, acaba de ceder a FIDE Comercio sus derechos de comercialización hasta el año 2017. A su vez, FIDE Comercio ha firmado un contrato con la empresa Octagon, una multinacional especializada en la mercadotecnia y el patrocinio del deporte de alta competición. Es decir, FIDE Comercio parte desde cero, y con una carga muy negativa. La alianza con los torneos de mayor prestigio es fundamental para su despegue, en primer lugar, y para lograr después un objetivo extraordinariamente ambicioso: conseguir 27 millones de dólares (4.750 millones de pesetas) de diversos patrocinadores.

Lo primero que hizo la FIDE, en diciembre de 2000, fue dar una orden tajante a los organizadores: ninguna partida debe durar más de tres horas, para facilitar su cobertura por Internet y televisión. La norma debía entrar en vigor el 1 de enero, pero Wijk aan Zee y Linares e negaron en redondo. Tarásov viajó después a ambas ciudades para proponer la inclusión de esos torneos, así como el de Dortmund, en el Gran Premio. Delegados de las tres organizaciones se reunieron el pasado día 5 en Linares y firmaron un comunicado en el que rechazaban la propuesta, si bien dejaban una puerta abierta para futuras negociaciones con FIDE Comercio. Según pudo saber este diario tras varias conversaciones con ellos sin grabadora, la negativa se basaba en tres razones principales: los organizadores se niegan en redondo a que la FIDE maneje el dinero de los patrocinadores, designe a varios participantes y, sobre todo, tenga acceso a la contabilidad interna de cada torneo.

En lugar de insistir en la negociación, Tarásov aplica el mismo estilo de mano dura que el presidente ruso, Vladímir Putin, con los líderes de sus repúblicas autónomas; Iliumyímov, quien simultanea su presidencia de la FIDE con la de la república de Kalmikia (cerca de Chechenia), es uno de ellos. Parece que a Putin le funciona bien el método. Sin embargo, es altamente improbable que Tarásov obtenga similares resultados con sus amenazas.

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