Derribando fronteras tecnológicas
Son algo así como 'cerebros solidarios' que fabrican soluciones a medida en las comunidades más desahuciadas. La Asociación Valenciana de Ingeniería Sin Fronteras (AVISF) es una ONG para el Desarrollo (ONGD) que se integra dentro de la federación estatal del mismo nombre. La motivación inicial partió hace 11 años de un grupo de estudiantes de Ingeniería Industrial de Madrid. A partir de ahí, la historia de Ingeniería Sin Fronteras discurre por otros lugares de España, llegando a Valencia dos años más tarde. 'Somos algo más que una asociación universitaria en el sentido estricto. Si bien en un principio surgimos del ámbito universitario, la experiencia nos ha mostrado que la cooperación para el desarrollo debe ser abordada desde una perspectiva interdisciplinar', insiste Pablo Iglesias, responsable del área de investigación de AVISF. En el proceso intervienen dos ruedas más: los proyectos de cooperación y la educación para el desarrollo. Todo -al unísono- permite fomentar la autogestión de las propias comunidades implicadas sin paternalismos. El último lubrificante lo aportan las organizaciones locales, movimientos populares u ONG de las poblaciones beneficiarias. A un lado del océano detectan la necesidad; al otro, la fórmula.
Pero la pobreza es un número primo, común en muchas comunidades, pero divisible sólo por sí mismo, con remedos concretos: no vale el cómodo cortado y pegado del ordenador. Hace cinco años estos estudiantes de ingeniería entraron en contacto con el Centro Ecuménico de Formación Popular de Argentina y, en este contexto, surgió la necesidad técnica de fabricar calentadores solares para los campesinos de Florencio Varela. Las prestaciones eran insuficientes: calentaban el agua a 25 grados centígrados en cuatro horas, cuando se necesitaba el doble de temperatura. 'Ahora estamos pendientes de elaborar un desactivador de soja no transgénica para eliminar el componente tóxico, además de un banco de semillas y un centro de documentación con el fin de asegurar el autoabastecimiento de la zona y desplegar modelos de desarrollo acordes con el medio ambiente' explica Toñi López. El contacto con el centro argentino ha germinado en el conocimiento de otras asociaciones con las que iniciarán un proyecto de educación y desarrollo con campesinos indígenas de cuatro provincias y que se estructura en dos ramas: cursos de formación y una red de comercialización entre los pequeños productores desprovistos de estos canales. La idea es exportar este sistema a la Mesa Nacional de Organizaciones y Productores Familiares, integrada por una veintena de asociaciones campesinas de todo el país.
'Una de las principales causas del fracaso de los planes de desarrollo ha sido la falta de adecuación de las tecnologías y la transferencia de éstas sólo desde arriba. El éxito depende de la identificación de las variables, de la formación e incluso de la denuncia tecnológica. Algunas empresas usan sus medios para patrocinar su marca. Son otros criterios éticos y otros objetivos', argumenta Iglesias.
Juanjo Albarracín, presidente de AVISF, rememora su propia experiencia en Ticuantepe (Nicaragua) cuya actuación se extiende a 140 familias: 'No tienen letrinas, pero aparte las cocinas de leña carecen de salida de humo y tienen problemas respiratorios. Parece ilógico no tener chimeneas. Pero se construían así por inercia, hasta que les asesoramos'. También brindaron a los productores conocimientos sobre la mejor gestión de los huertos familiares.
La formación no sólo brota a pie de las comunidades rurales. Desde 1996 se trata de un proceso bidireccional, en el que la AVISF colabora en el diseño de asignaturas de Introducción a la Cooperación para el Desarrollo que se imparten en las escuelas de la Universidad Politécnica de Valencia. Las subvenciones son todavía la materia más verde: 'Los fondos públicos, tal y como están ahora, no permiten un desarrollo verdadero porque garantizan la financiación anual, pero no a largo plazo como exigen los proyectos'. Por ello, Iván Cuesta, a cargo de la financiación en AVISF, reivindica el pase de una economía solitaria a otra solidaria a través de Enclau, una red recién trenzada que está integrada por Caja Rural y cuatro ONG más que pretende aunar esfuerzos para desarrollar alternativas de financiación más éticas a través de una libreta y un depósito solidarios.
Hoy en día, un centenar de voluntarios y profesionales remunerados trabajan codo a codo en Ingeniería sin Fronteras. La entidad experimentó este salto cualitativo a finales de 1997 para asumir proyectos cada vez de mayor envergadura. En Alicante y Castellón también se han implantado entre los estudiantes, aunque todavía no están censadas en la Federación.
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