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Necrológica:NECROLÓGICAS
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Robert Laxalt, escritor

Hace unos días presentaba, gracias a la amabilidad del profesor David Río, la novela Dulce tierra prometida, de Robert Laxalt. Era la primera traducción al español, tardía traducción, de esta obra en inglés, tras haber aparecido en alemán, francés y euskera. Laxalt, hijo de un pastor de ovejas vasco-francés emigrado a Estados Unidos, falleció el pasado viernes a los 77 años en Reno (Nevada). Su hermano, el abogado Paul Laxalt, fue senador republicano y ha gozado de notable influencia política por su amistad con Ronald Reagan.

Robert Laxalt, responsable de la creación del centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada, ha escrito 16 libros, reportajes y novelas -algunas con el relativo éxito de haber sido nominadas al Premio Pulitzer-, dos de las cuales pueden leerse en euskera y una en castellano, todas centradas en el mundo de los vascos emigrados en Estados Unidos.

A través de su obra literaria, Robert Laxalt fue el creador de la imagen de los vascos en Norteamérica, dentro de una literatura que potenciaba las minorías étnicas. Sus novelas Dulce tierra prometida y A cup of tea in Pamplona dieron cuerpo a un imaginario sobre los vascos en la diáspora.

Con Dulce tierra prometida tuve ocasión de preguntarme qué es esta lectura de los vascos escrita en inglés. Sin duda, una paradoja: es el reflejo de una idea sobre los vascos en un espejo diferente. Es la paradoja de verse en un idioma distinto. Me llamó la atención el final de la novela: el protagonista regresa al País Vasco, a su lugar en Zuberoa [región del País Vasco francés], en una visita personal para darse cuenta de que ese país ya no le pertenece, que la dulce tierra es ya americana.

Es una obra que sigue las pautas realistas de la narración norteamericana, cercana al periodismo, a la creación de personajes tallados a navaja, plana en su concepción de la narrativa y pegada al terreno, como si lo que sucede tuviese el peso de la historia.

Al terminar la presentación me preguntaron si Dulce tierra... era literatura vasca o si era otra cosa. No supe responder. Ahora sé que es una obra multicultural, un acercamiento desde la historia vivida a los orígenes, algo multi-culti que es capaz de reunir esencias (étnicas) distintas. Quedé cautivado de un objeto muy secundario en la novela. Un pastor anónimo pide al protagonista que entregue una moneda de plata en su hogar de Pamplona. El protagonista acepta pensando, en un error muy común, que los espacios lejanos están muy cercanos. En la novela nunca puede entregar esa moneda a los familiares de su amigo. Y esa moneda anónima parece quedar en la ficción como una condena eterna, rodando de mano en mano sin llegar nunca a su destino.-

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