'El problema de Bolivia es de liderazgo'
La incidencia de la crisis de las grandes economías en su modelo de mercado abierto y la incapacidad en la administración de los recursos impide a Bolivia superar el deterioro económico, que se prolonga por demasiado tiempo y pone en riesgo la democracia por el creciente descontento tanto de campesinos como de empresarios.
Aunque Bolivia ha mantenido en los últimos quince años una tasa positiva de crecimiento y una férrea estabilidad macroeconómica, muy ponderada por organismos internacionales de financiación, se ha agudizado el desempleo, es mayor el empobrecimiento y aumenta el hambre.
El ex ministro de Finanzas de Bolivia (en la gestión de Víctor Paz Estenssoro, 1986-89), Juan Cariaga, cree que Bolivia necesita tener un crecimiento anual del Producto Interior Bruto (PIB) de por lo menos un 9% si quiere superar en quince años el estado de pobreza del 90% de la población, y considera que el Gobierno debe cambiar de una actitud dubitativa a una acción decidida. "El Gobierno de Bolivia no está haciendo esfuerzos por administrar bien sus recursos y lo que refleja la economía es su falta de capacidad en la elaboración y ejecución de proyectos, en la incapacidad de ejecución y gasto", señala.
Las autoridades aseguran que no tienen los fondos suficientes para encarar obras de urgencia, por ejemplo, en la reparación de caminos, algunos de vital importancia para el comercio, como la carretera internacional a Chile, destruidos por las riadas, derrumbes y deslizamientos causados por las lluvias.
"El Gobierno tiene recursos para invertir en caminos, pero no los hace efectivos, las Prefecturas tienen recursos que no hacen efectivos, la Dirección de Fondos [que reúne a los Fondos Campesino, de Inversión Social y Desarrollo] tiene muchísimos recursos, pero el problema está en la falta de capacidad del Gobierno para elaborar proyectos y ejecutarlos. Se están haciendo menos proyectos, menos carreteras y menos industrias y eso repercute en el ingreso y el empleo de todos los ciudadanos", indica el ex ministro.
El presidente Hugo Bánzer promulgó, en el año 2000, una ley de reactivación de la economía y, meses más tarde, otra de complementación en un intento de dar dinamismo a la alicaída economía, pero no ha podido alcanzar ese propósito hasta ahora. Ésta es la reclamación de los empresarios, la mayor parte agobiada por deudas y sin opciones de nuevos recursos.
En este sentido, argumenta Cariaga,"en principio, no se puede reactivar por ley una economía, tiene que crecer por la inversión y el trabajo de los bolivianos. Además, las leyes de reactivación se circunscriben a la reprogramación de la deuda al sistema bancario de un grupo muy pequeño de bolivianos que tienen acceso a este sistema. Puede ayudar a que la recesión no se agudice, pero no es suficiente".
La tendencia a la baja de las inversiones extranjeras, por la inseguridad jurídica creada por algunas medidas gubernamentales, ha sido característica de estos últimos años, tras la privatización parcial de empresas de hidrocarburos, electricidad y servicios públicos. La inversión boliviana es la más baja de la región y, una de las características de los empresarios locales es invertir dinero de los bancos, lo que les ha ocasionado dolores de cabeza a la hora de honrar los préstamos.
"El país necesita desesperadamente invertir no sólo en los sectores de alta tecnología sino en los sectores donde la distribución del ingreso se hace de una manera más ampliada, como en la agricultura o en la pequeña y mediana empresa, que son actividades que generan empleo y, por lo tanto, distribuye mucho mejor los ingresos de la actividad económica", dice el ex ministro de Finanzas.
Bolivia es uno de los países de la región con mayores tasas de pobreza. El 95% de la población rural (que representa casi un 45% de los 8,4 millones de bolivianos) se encuentran por debajo del umbral de la pobreza. Dos de cada tres bolivianos no cubren sus necesidades esenciales. Esta inmensa mayoría trabaja en el llamado "sector informal" de la economía, como vendedores ambulantes y artesanos.
Respecto a este tema, Cariaga señala que "Bolivia tiene que encarar un programa de crecimiento precisamente en las áreas donde existen bolsones de pobreza, donde se necesitan ingresos y trabajo. Necesita invertir en el sector rural, donde está casi la mitad de la población, invertir en el sector informal , que es parte importante de la economía, y que ha sufrido embates dramáticos a causa de la crisis de los últimos años".
Por su parte, la empresa privada se queja ante la falta de agresividad que el Gobierno ha mostrado en la aplicación de políticas de reactivación, en su obsesión de aplicar al pie de la letra las recetas dictadas por organismos internacionales para mantener a cualquier coste la estabilidad.
"Es deseable la estabilidad, pero es importante que no todo se sacrifique a costa de ésta" -dice el ex ministro-. "Por mantener el principio de prudencia financiera, hacer que los gastos igualen los ingresos, se sacrifican los gastos de inversión en apoyo al sector productivo y, así es muy difícil que la economía se reactive", señala.
La estrategia de reducción de la pobreza en 15 años, que el Gobierno planea ejecutar, está respaldada por un fondo proveniente del programa de condonación de deuda exterior y de otros recursos que alcanzan a unos 7.000 millones de dólares. "Es terrible que Bolivia sea un país de 50 años de ayuda externa y que no podamos salir del subdesarrollo. Bolivia es un país de cuatro siglos de pobreza, es un país dependiente y no podemos salir de ese camino equivocado. El problema es de liderazgo. El momento en que encontremos un líder que busque y halle el camino adecuado que permita al boliviano responder con trabajo, dedicación, esfuerzo y visión, podremos ser otro país", concluye Cariaga.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.