Kily da oxígeno al Valencia (1-0)
Un gol del argentino da el triunfo al conjunto de Cúper ante un combativo Osasuna
Había avisado Cúper. A la prensa, a los jugadores. Ojo con la relajación, cuidado con Osasuna, los ojos bien abiertos. El argentino incluso cambió los hábitos de la plantilla valencianista y se llevó a los chicos de concentración la víspera del encuentro para ahogar la euforia del 0-5 ante el Sturm. Pues ni así. El Valencia transitó por su césped durante más de media hora rememorando la hazaña de Graz, confiando en las rentas de su gesta europea. El grupo de Cúper olvidó que ayer recibía a un equipo peleón por naturaleza que se aferra con las uñas a sus posibilidades de continuar en Primera División.
Bien parapetado desde su portería hasta la línea de medio campo, el grupo de Lotina le arrancó durante mucho tiempo la pelota de las botas a los valencianistas, quienes trotaban con más sofoco que criterio. Para aquí, para allá, sin tener el balón. Osasuna disfrutaba ante la facilidad con que movía la pelota en la medular. A partir de ahí, sin embargo, el equipo navarro naufragaba en lo más importante, el gol. La superioridad rojilla en el centro del campo se desperdiciaba en la parcela de ataque, donde la calidad del argentino Pipa Gancedo no encontró respuesta en un Iván Rosado que acabó mareado ante tanto central vestido de blanco y negro.
VALENCIA 1|OSASUNA 0
Valencia: Cañizares; Ayala, Djukic, Pellegrino; Angloma, Mendieta, Deschamps, Aimar (Vicente, m. 78), Kily; Carew (Diego Alonso, m. 66) y Sánchez (Angulo, m. 61). Osasuna: Nuno; Alfonso (Armentano, m. 83), Cruchaga, Ocio, Iban, Llorens; Alfredo (Arpón, m. 83), Alex, Sabino (Lekumberri, m. 83), Gancedo; e Iván Rosado. Goles: 1-0. M. 77. Kily González remata en el segundo palo un pase de Aimar desde la banda derecha. Árbitro: Ramírez Domínguez. Mostró tarjeta amarilla a Mendieta, Angloma, Gancedo y Arpón. Unos 45.000 espectadores Mestalla. Antes del comienzo del partido se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Antonio Ferrer, presidente de la antigua sección de atletismo del Valencia.
Cúper repitió el mismo once e igual sistema que en Graz. La línea de tres defensas del Valencia (Ayala, Djukic y Pellegrino) se convirtió en un arma de doble filo. Los de Cúper perdieron poder de contención en el centro del campo, en el que Mendieta aprovechaba su exilio de la banda derecha para serpentear con Aimar en la media punta, y Deschamps batallando a troche y moche. El Valencia, a cambio, dispone de más posibilidades en ataque, con Kily y Angloma pegados a la cal de los extremos. Un Valencia más ofensivo que perdía con facilidad la pelota.
La llegada de Aimar y la lesión de Carboni han trastocado el dibujo sobre el campo: ya no hay muralla defensiva con un doble pivote. Peligroso, sí, aunque Osasuna no aprovechó el regalito y el Valencia, después de sudar más de la cuenta, cogió aire. Carew dispuso incluso de la mejor oportunidad del primer periodo, pero su alocado correteo acabó en un disparo tan potente como inofensivo.
Desacertado el noruego, Cúper dio entrada al batallador Diego Alonso en la segunda parte. El uruguayo, todo ímpetu, insufló algo de oxígeno a un equipo ahogado por la disciplina visitante. Osasuna combatía al Valencia con las mismas armas que esgrimía hace un par de meses el conjunto de Cúper, un orden defensivo inmaculado. Cualquier valencianista que recibía la pelota era rodeado con prontitud por al menos un par de jugadores de Osasuna. Pero el grupo de Lotina dejó un pequeño hueco. Algo que no hubiera tenido tanta importancia si en ese metro cuadrado no hubiera estado Pablito Aimar. El argentino levantó los ojos y asistió a Kily, cuyo gol echó por los suelos la muralla osasunista.
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