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Reportaje:

Carné con antecedentes

Una asociación de afectados por los accidentes de tráfico reclama un fichero con los datos de conductores 'peligrosos'

Marisa Rocamora perdió hace un año a su hijo mayor en un accidente de tráfico. Según cuenta, fue atropellado por una agente de la Guardia Civil que conducía bajo los efectos del alcohol y superaba en más de cien kilómetros por hora la limitación de velocidad. El caso está en manos de los jueces.

A pesar de lo extraño del suceso, el caso de Marisa no dista demasiado del de miles de personas que cada año pierden a sus familiares en las carreteras. La intención de esta mujer es ahora tratar de impedir que 'la epidemia' -como ella califica los accidentes de tráfico- siga causando alrededor de 4.000 muertes al año en España.

Poco después de la muerte de su hijo, Marisa entró en contacto con Afectats pels Accidents de Trànsit (APAT), un grupo de profesionales, formado por psicólogos, abogados y profesores de autoescuela, que desde el año 1997 trabaja en la provincia de Alicante. La traumática experiencia de Marisa llevó a los miembros de APAT a nombrarla delegada de la asociación en la Comunidad Valenciana.

A partir de entonces, esta ama de casa utiliza su teléfono y hasta su casa para contactar con otras víctimas y 'llorar por lo mismo'. Se podría decir que Marisa se ocupa de la parte emocional y humana del trabajo de la asociación, mientras el resto de expertos realizan la asistencia técnica y legal. Marisa también ha mantenido reuniones con autoridades de la provincia de Alicante y se lamenta de que 'sólo saben hablar de lo bien que se conduce en otros países'. 'Yo les digo', prosigue, 'que dejen de mirar fuera y se fijen en España. Que se modifiquen las leyes para igualarlas a las del resto de Europa'.

La APAT es radical respecto al problema de los accidentes de tráfico. Persigue reformas legislativas que obliguen a todos los vehículos a motor a estar equipados con un tacógrafo o caja negra que facilite la reconstrucción de los sucesos. También sugiere que se reforme el Código Penal para endurecer las penas a los conductores imprudentes. 'Al fin y al cabo', explica Marisa, 'una persona que conduce borracha está haciendo peligrar la vida de inocentes y, si mata a alguien, se debe considerar como un homicidio'. La APAT propone, asimismo, que cada conductor disponga de un expediente que refleje todos los accidentes en que se ha visto involucrado, una especie de carné de antecedentes de tráfico que facilite la identificación de los conductores peligrosos.

La incansable Marisa está convencida de que puede hacer mucho por la sociedad. Ya ha propuesto a la Dirección General de Tráfico (DGT) la posibilidad de dar charlas a los estudiantes sobre seguridad vial. 'Yo no soy inteligente como los policías que van a los colegios, pero podría hablar del sufrimiento de los accidentes', añade. También ha sugerido al organismo público extender las charlas a cada joven que reciba el carné de conducir, 'para que no sólo se fije en ese color rosa tan mono, sino que sepa que va a conducir un arma muy peligrosa'.

El tercer campo de actuación de APAT -además del apoyo a víctimas y el impulso de reformas legales- es la realización de cursos de reciclaje para conductores conflictivos. Eduardo Prada, profesor de autoescuela y miembro de la asociación, ya estuvo en contacto hace dos años con la DGT para solicitar su colaboración en estas actividades. 'Entonces', explica, 'todavía no habíamos fundado la APAT y la respuesta de Tráfico fue algo así como que se lavaba las manos. Pero eso sí, nos recomendaron que nos asociáramos'.

Ahora estos voluntarios se han unido, cuentan con el respaldo del organismo nacional Prevención de Accidentes de Tráfico, englobado en Prevention Routière International (PRI) -entidad subvencionada por la UE y representada ante la ONU- y esperan comenzar muy pronto los cursos de reciclaje, que según Eduardo Prada, han demostrado reducir hasta un 53 % las posibilidades de los accidentes de tráfico.

Marisa Rocamora, con una fotografía de su hijo en Alicante.
Marisa Rocamora, con una fotografía de su hijo en Alicante.OLIVARES NAVARRO

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