Telefónica establece las diferencias
El empuje de la operadora hace subir a la Bolsa española en un entorno negativoLa empresa tabaquera carga todos los costes del plan de reestructuración a las cuentas del año pasado
La Bolsa española ha reaccionado discretamente en esta semana gracias al tirón de Telefónica, que está en pleno proceso de hacer valer sus extraordinarios resultados del pasado ejercicio. El empuje de este valor ha hecho olvidar en parte los malos momentos pasados por la evolución de la economía estadounidense, que en los primeros días de la semana confirmó que el enfriamiento es serio y que existen serias dificultades para recortar los tipos de interés, al menos en los términos que quisieran los analistas y los inversores.
Primero fue la confianza de los consumidores estadounidenses, con una caída de hasta 106,8 puntos en su índice correspondiente al mes de febrero, la que puso en entredicho la posibilidad de una recuperación rápida. La venta de casas nuevas y los pedidos de bienes duraderos, dos datos para tomarle bien el pulso a la actividad económica a medio plazo, descendieron con fuerza en enero y, para completar el cuadro, la revisión del PIB del cuarto trimestre de 2000 confirmaba que el ritmo económico decreció hasta alcanzar el 1,1%, desde el 1,4% estimado con anterioridad. Al tiempo que se conocían estos datos, el presidente de la Reserva Federal trataba de mejorar el ambiente al afirmar que lo peor ya había pasado y que los datos de enero y febrero lo confirmaban. De hecho, el inicio de nuevas construcciones creció en enero, pero es un solo dato positivo ante un conjunto demasiado amplio de indicadores negativos que mantienen la confianza de los inversores en niveles mínimos.
En la Bolsa española, el nivel del negocio ha sido muy bajo y con una alta concentración en los valores más representativos del Ibex 35 y, en particular, en Telefónica. Algunos observadores cifran en casi el 90% la actividad institucional, término con el que se refieren a las operaciones de arbitraje con el mercado de opciones y futuros y a los ajustes de cartera, lo que de ser cierto limitaría a poco más de 20.000 millones de pesetas las operaciones de los inversores particulares, lo cual coincide con el enorme grado de desconfianza que expresan en sus opiniones.
Las razones de esa desconfianza no se centran sólo en lo que sucede en Estados Unidos, sino que también apuntan hacia la situación interna. La pérdida de empuje en todos los componentes de la demanda interna ha sido señalada por el Banco de España como la causa del enfriamiento económico en el último trimestre del pasado ejercicio y, para el actual, tan sólo se añade que no se ha intensificado el perfil de desaceleración, es decir, que no va mucho más deprisa, pero que mantiene esa tendencia. Las previsiones económicas para este año se apoyan básicamente en la demanda interna, y si ésta disminuye, los beneficios empresariales seguirán esa senda, algo que ya adelantaron los analistas antes de comenzar el ejercicio, pero sin profundizar en la cuantía del proceso.
Si los beneficios ordinarios de las empresas descienden, la actual valoración del mercado puede ser la adecuada.
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