_
_
_
_
_
Entrevista:MARÍA BIANCO | AMIGOS Y VECINOS

'La industria del porno es como una gran familia'

Pregunta. Tiene gracia que la empresa de cine porno para la que trabajas esté tan cerca del tanatorio de Sancho de Ávila, ¿no?

Respuesta. Bueno, es lo que hay. El amor y la muerte. Eros y Tánatos.

P. Veo que todo el mundo va vestido y trabaja aplicadamente frente al ordenador.

R. Yo no sé qué ideas tiene la gente sobre este oficio. Este es un negocio como cualquier otro, y un negocio en el que tampoco te forras. Mírame a mí: vivo de alquiler en un cuchitril y a veces tengo problemas para llegar a fin de mes. Menos mal que no tengo vicios caros: con unas cervezas voy que chuto.

P. ¿Cómo te metiste en esto?

R. Vivía en Madrid y trabajaba en Getafe, que es uno de esos sitios horribles que hay en la periferia. Daba clases de secretariado y asuntos de oficina en general: mecanografía, estenotipia y esas cosas. Primero, a mayores de 25 años, que era gente bastante agradable; pero luego me cayeron unas bestias pardas de Formación Profesional que no había quien las aguantara. El día en que me robaron el radiocasete del coche me dije: 'Que los zurzan', y me vine de vacaciones a Barcelona, donde vivía un hermano mío. Eso fue en 1981, y aquí sigo... Supongo que entré en esto por un amigo de mi hermano, José María Ponce, con el que me lié. Estuvimos 18 años juntos, y aún somos buenos amigos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete
El día que sus alumnos le robaron el radiocasete del coche, la profesora de FP María Cuadrado se convirtió en la actriz porno María Bianco

P. Ponce es nuestro más reputado director de cine porno. ¿Aún conserva aquella esclava tan vistosa que tenía hace un tiempo?

R. A Ponce siempre le ha gustado el rollo sadomasoquista. Lo primero que hicimos juntos fue, precisamente, una revista llamada Sadomaso. A mí me divertía la parte visual: el cuero, las cadenas, las capuchas... Y no te negaré que siempre he tenido cierta afición al fetichismo del pie. Lo de que me den de bofetadas ya no lo tengo tan claro. Hay algunos sectores de este negocio que me dan una cierta grima. La zoofilia, por ejemplo. ¡Hay que estar tarado para tirarse a un pobre bicho que lo único que quiere es salir corriendo y que le dejes en paz! Cuando veo a un perro, lo que me sale es acariciarle la cocorota, no meterle mano.

P. Ponce y tú fuisteis pioneros del porno nacional.

R. Mucha tradición no había, no. Tienes a los hermanos Baños, que son los que hacían aquellas peliculitas con las que se solazaba su majestad don Alfonso XIII. Tienes a Jesús Franco y a su parienta, Lina Romay. Y poca cosa más. Cuando empezamos, poníamos anuncios pidiendo actores y actrices y no se presentaba nadie. Por eso me puse yo delante de la cámara: porque no había nadie más.

P. ¿Nunca hubo problemas de celos entre vosotros?

R. Esto es un trabajo como cualquier otro. Es como trabajar... no sé, en correos, por ejemplo. Con dos diferencias: que en vez de pegar sellos pegas polvos y que te diviertes más. También es un negocio muy familiar. Tanto en un sentido literal, pues hay empresas en las que trabajan el padre, el hijo, la cuñada y el sobrino, como en el figurado: Ponce y yo tenemos actores y actrices criados a nuestros pechos que nos quieren como si fuéramos sus padres. En ese sentido, Boogie nights es una película que refleja muy bien la realidad. Ponce y yo nos sentimos muy identificados con Burt Reynolds y Julianne Moore. La verdad es que nuestra industria del porno es como una gran familia.

P. Creo que las feministas no piensan lo mismo.

R. Este mundo trata mejor a las mujeres que a los hombres. Lo puedes comprobar en los rodajes. A las chicas se las mima, se les pone un albornoz para que no se resfríen, se les pregunta si quieren tomar algo. Mientras que a los tíos se les suele considerar como un miembro viril con patas y se les trata de cualquier manera, lo cual me parece injusto. En cualquier caso, está bien que haya por lo menos un sector laboral de la sociedad que trate bien a las mujeres. Por lo general, se nos paga menos que a los hombres en todas partes y se nos trata fatal.

P. Cada vez actúas menos y te concentras más en asuntos como la dirección o la producción, ¿no?

R. Hay que evolucionar, supongo. Pero no tengo el morro de considerarme una directora o una productora. Tampoco me considero una actriz, aunque haya tenido breves papelitos en películas como Los sin nombre, de Jaume Balagueró, y Viaje a la luna, de Frederic Amat. Suelo aparecer en cortos de esos en los que nadie cobra.

P. La transición del cine porno al, digamos, normal no es fácil. Fíjate en Traci Lords, que a lo sumo la ves en una charlotada de John Waters, o en Suzanne Sommers, que anuncia aparatos gimnásticos en la teletienda.

R. Perdona, Traci Lords salía en Melrose place.

P. Ya, pero...

R. Sí, parece que a la sociedad le gusta recordarles su pasado. La misma sociedad que dice que todo el cine porno es igual y luego se traga birrias como Tigre y dragón, que no es más que una de Bruce Lee con pretensiones, y dice que es una obra maestra.

P. ¿Cómo definirías al público del cine porno?

R. Creo que hay dos grandes sectores: los que se ponen un porno en el vídeo para meneársela, con lo que con 10 minutos de proyección van que se matan, y los que ven las películas enteras porque les gusta el género. Éstos están al corriente de todo lo que pasa y creen en el star system. Es un sector de freaks, evidentemente, como el de los aficionados a los tebeos o a las películas de terror, pero no lo digo en un sentido peyorativo: yo también soy bastante freak.

P. ¿Qué tal se tomó tu familia que te dedicaras a esto?

R. Están curados de espantos.

P. No lo dirás por tu hermano mayor, Jesús Cuadrado, prestigioso estudioso de la cultura popular que acaba de publicar una edición corregida y aumentada de su imprescindible diccionario de la historieta española.

R. Mi madre había actuado en funciones de teatro de aficionados que dirigía mi padre. No les asusta ningún sector del mundo de la farándula.

P. En la era del vídeo, ¿va alguien a las salas porno?

R. Pocos. Y los que van se lo montan en el patio de butacas y consideran que lo que hay en la pantalla es como un cuadro de su saloncito.

La actriz porno María Bianco.
La actriz porno María Bianco.CARLES RIBAS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_