El PSOE se ve envuelto en un torbellino de problemas
Martes, 27 de febrero. Por la tarde. La voz de un socialista quiebra la languidez de las últimas horas de la víspera del Día de Andalucía en una emisora de radio. Se trata de José Caballos, portavoz parlamentario: 'Si todos vamos a ir de Zapatero por la vida , me da la impresión de que, entonces, tendremos menos posibilidades de recuperar la Moncloa para hacer política progresista. Es una opinión que como la escucho tanto en las asambleas de mi partido, ¡como me lo dicen tanto los votantes...!' La reflexión, que forma parte de un largo soliloquio, invita al despiste respecto a las nuevas directrices del PSOE de Andalucía -consagradas en el 9º congreso regional de diciembre-, que fueron primero las del PSOE federal. ¿Qué ha pasado en el socialismo andaluz para que diez meses después de haber ganado las elecciones en la Junta se expresen dudas directas sobre el discurso unitario?
La versión oficial es que no hay problema estructural, que se trata de una simple coyuntura
Sin saber bien cómo, y en apenas 30 días, los socialistas se han enredado en sus propias piernas con tres conflictos creados por ellos mismos, y que afectan a las principales instituciones de la comunidad: Gobierno (aplicación de la ley de Cajas de Ahorro), Parlamento (dimisión de un vicepresidente por una frase xenófoba) y ayuntamientos (encrespada rivalidad entre las capitales). La foto fija de la suma de estos hechos la dio la encuesta de Demoscopia para EL PAÍS: bajada de 11,5 puntos de intención de voto directo hasta sacar sólo un punto al PP, y el aumento de la percepción de que la Junta trata mejor a unas provincias que a otras (el 80% de los que así lo creen señalan a Sevilla como la gran beneficiada).
La explicación oficial de lo que ocurre es la más sencilla. No hay un problema estructural, ninguna patología arrastrada, se trata de una simple 'coyuntura', un golpe de fatalidad que no tiene más horizonte, dice la nueva vicesecretaria regional del PSOE, María del Mar Moreno. Pero el juicio de Caballos -el líder de facto del PSOE sevillano, la agrupación con mejores resultados en las urnas- a micrófono abierto muestra las contradicciones que está provocando en la organización la manera sosegada de ejercer la política de Rodríguez Zapatero, que se manifestó con el infrecuente mea culpa entonado por el partido tras apuntar a un rival político del PP como autor de una frase pronunciada por uno de los suyos.
Además de una verdadera convulsión, el caso del comentario xenófobo ha sacado al exterior que una parte de los referentes del PSOE andaluz desconfía de la otra parte, que confluyen dos modelos de entender la política y, también, que existen soluciones distintas para unos problemas que Moreno reconoce como 'reales'. 'Las voces antiguas están generando un mal clima interno y ni la dirección regional ni las provinciales quieren reabrir una batalla orgánica', advierte la vicesecretaria. 'El bache', dice, ha cogido a los socialistas en pleno proceso de renovación tras los congresos. Los nuevos dirigentes aún no han tenido tiempo de hacerse con los cargos.
Estas 'voces antiguas' a las que se refiere Moreno son las que sostienen que el 'cambio tranquilo' producido en el PSOE federal no ha aterrizado en Andalucía y que el 9º congreso regional fue una operación 'cosmética'. Carecen de apoyo orgánico suficiente y, en consecuencia, de movimiento articulado. Aunque no faltan las opiniones encontradas. Por ejemplo, el antecesor de Moreno y ahora vocal de la ejecutiva federal, José Asenjo, interpretó los malos resultados de las encuestas como un 'estancamiento' de su partido 'que exige una posición que nos haga recuperar los apoyos'; mientras que Caballos apostilló que el sondeo 'tiene el valor que tiene, ni más ni menos', pues cuenta con tanto crédito como otros en los que el PSOE le lleva 11 puntos de ventaja al PP. En medio de los dos extremos, Moreno cogió el viernes la vara de funambulista: no ve estancamiento, pero se debe continuar con los cambios.
'El apoyo orgánico de los dirigentes es un dato que hay que tener en cuenta a la hora de tomar decisiones que son muy complejas, porque no se te puede ir la mano ni a un lado ni a otro', afirma sin ambages la vicesecretaria. Moreno -que se esfuerza por envolver el azorado momento que vive su partido bajo un código de normas entusiastas- subraya, además, que la transformación que el congreso decidió supone encajar las piezas de un pasado y presente que ha dado muchos réditos electorales con un futuro inmediato que se quiere distinto, que 'tiene que serlo'. 'No partimos de la nada, estamos en el Gobierno y hay que medir los equilibrios'.
La oposición está asistiendo al sobrecogimiento socialista con actitudes diferentes, según el partido. Mientras Izquierda Unida teme que lo que califica como falta de rumbo del Gobierno de Chaves termine por 'acentuar' la caída de la izquierda en general y de su propio partido, el PP ha hallado la grieta que venía persiguiendo desde hace tiempo y se ha propuesto hurgar en la herida en busca de su oportunidad.
La quiebra de confianza entre dirigentes no es de orden menor y afecta a dos pilares del Parlamento: al presidente de la Cámara, Javier Torres Vela, y al portavoz de su grupo parlamentario, José Caballos. Ambos están en el comité de coordinación y ocupan vocalías en la ejecutiva. Son dos polos opuestos en la forma de entender la política que, sin embargo, fueron de la mano en la batalla contra el guerrismo y cuando Chaves gobernó entre la pinza de PP e IU. Ahora se miran de reojo. El primero viene advirtiendo que 'el problema es si el PSOE, desde el poder, es capaz de plantear un proyecto de cambio o si tenemos que perder las elecciones para hacerlo. La clave está en saber si somos capaces de que el PSOE sea la alternativa del PSOE.' (declaraciones a El PAÍS en diciembre pasado). El segundo, al hilo de si estaba en cuestión su manera combativa de hacer política, dijo el 27 de febrero: 'Los militantes, los votantes, que no paran de llamarme y de pararme por la calle, me dicen, como me vienen diciendo durante años: 'Pepe, palante; Pepe, a la derecha hay que pararle los pies; Pepe, no podemos consentir que nos arruguen ni que nos amilanen'. Lo que dicen uno y otro da una idea de la turbación que experimenta el PSOE andaluz con el cambio, cuyo último capítulo está todavía sin escribir.
Y sobrevolando los rifirrafes internos están los conflictos provinciales, siempre latentes en Andalucía, pero que todas las encuestas señalan con más intesidad en este momento (la de Demoscopia y la de Sigma Dos para Sur e Ideal). Los alcaldes, con elecciones en 2003, han empezado a reclamar a la Junta su papel y a medirse unos con otros, especialmente los regidores de Sevilla (PSOE), Málaga (PP) y Granada (PSOE). Y el Gobierno no ha ofrecido una respuesta a los problemas metropolitanos y las advertencias de Chaves contra los localismos no sólo no han logrado cortar la discusión, si no que, por primera vez, son rebatidas con el argumento de que ése no es el problema sino el centralismo.
La rivalidad entre las ciudades, que coincide milimétricamente con las distintas familias del socialismo andaluz, está aparejada a los tumbos que ha dado el PSOE desde que Chaves intentó un proyecto de caja única para Andalucía. El escollo de las cajas es la manera más certera de desnudar el talón de Aquiles del PSOE andaluz: sus divisiones provinciales que algún día podrían reproducirse en el mismo Gobierno andaluz.
María del Mar Moreno, sin embargo, ofrece una lectura pragmática. 'Todos estos problemas han conducido a un punto de inflexión, y si no hubieran confluido en el tiempo, quizás hubiéramos tardado más tiempo en producir este punto de inflexión. Eso forma parte del cambio'.
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