Unos toreros que están de vuelta
Corrida goyesca, Día de Andalucía, frío y viento, toros con genio, alternativa, prestigio, apuntes para una nueva temporada, cóctel infernal, o que por lo menos se sube a la cabeza. Se subió a la cabeza de los tres diestros y todavía no se les debe haber bajado. Espartaco y Rivera están de vuelta; Martín de Antequera, de seguir en esta línea, va a estarlo muy pronto sin que se llegue a saber dónde ha ido ni a qué.
El toro de la alternativa, de nombre Churrero, era un núñez de los de antes: nada aparatoso, bonito y bravo, pero sin fuerzas, con los cuartos trasero hechos una lástima. Martín Antequera, en las dos primeras series de derechazos, lo toreó en línea recta, descargando la suerte hasta cortar el viaje. Se sucedieron varios lances carentes de unidad, sin más importancia que la proporcionada por la apreciable calidad de la embestida. En el sexto falló la larga a porta gayola al pararse el astado de salida y Martín se enmendó con otras dos cambiadas junto a las tablas. Torero de corte más clásico que arrojado, cambió los parámetros y quiso ganar de rodillas y con alardes lo que perdía de pie. Toreó -no hay que tomarlo al pie de la letra- con frialdad y desconfianza, desde lejos, sin saber cómo meterle la cuchara al guiso, sacando la muleta por alto cuando no podía hacerlo por bajo y adornando en cadena lo que de por sí ya no era nada bonito. Si la alternativa fuera presagio de carrera, negras son las entrañas del futuro y, lo que puede ser peor, intrascendentes. Uno más.
Pereda / Espartaco, Rivera, Antequera
Tres toros de José Luis Pereda, 2º y 4º de La Dehesilla y 5º de María José Pereda, cuajados en general: 1º bravo y sin fuerza; 2º, manso; 4º, inédito; con genio los demás. Espartaco: estocada baja a paso de banderillas (ovación y saludos); dos pinchazos y se echa el toro (ovación y saludos). Rivera Ordóñez: estocada caída ladeada (ovación y saludos); estocada atravesada que asoma y estocada trasera caída (aplausos). Martín Antequera, que tomó la alternativa: estocada trasera y dos descabellos (petición y vuelta); estocada tendida atravesada y tres descabellos (petición y vuelta). Plaza de La Malagueta, 28 de febrero. Corrida goyesca, conmemorativa del Día de Andalucía. Más de media entrada.
Espartaco no puede ser uno más, o no debe, o tal vez uno menos. En todo caso, siempre se espera lo que no está claro que pueda dar. Se quitó de en medio el segundo con brevedad profesional: bien es verdad que se trataba de un manso que no paró hasta venir a dar en chiqueros al que había tragado en los lances de recibo, pero es que, cuando quiso hacerse con él, usaba una geometría heterodoxa, de zapatillazo y salto atrás, que no resultaba de recibo. En el cuarto, de salida, se quedó dos veces al descubierto, una por caída del toro y otra por el vendaval. El animal punteó en banderillas y, en tiempo de faena, volaron los aperos de torear, quedando los engaños al aire y también las artimañas, lo que era más lamentable, ya que se proyectaban desde la lejanía y la falta de confianza, dando la impresión de que tal inseguridad no sólo comprendía al enemigo, sino también a las propias fuerzas.
El tercero, con más trapío y menos báscula, sacó genio. Hubiera sido necesario encelarlo, embeber la arrancada, consentirle y darle cierta esperanza en la lucha. Que si quieres arroz. Toreo brusco de Rivera Ordóñez, hacia fuera, procurando transformar la embestida en topetazo al acortarla y menos mal que fue breve. El refrán estaba servido. El quinto era un animal basto de hechuras, con la cabeza siempre alta, al que Rivera instrumentó de salida una larga cambiada seguida de verónicas rodilla en tierra. El pitón potable era el izquierdo y el torero se echó la muleta a la zurda, pero aquello duró un suspiro porque, cucharada y paso atrás, el toro ganó el sitio del torero y éste hubo de salir de naja. Todo rápido y fugaz como una estrella perdida apenas vista y nunca disfrutada.
Babelia
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