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Reportaje:APUNTES

Escasa disposición a asumir riesgos

El desfase entre formación y empleo, principal motivo de rechazo de ofertas del Inem

Según el estudio realizado por los profesores Peiró y García Montalvo, el número de jóvenes que trabaja sin contrato asciende al 21,%. Este tipo de contratos son especialmente abundantes en la agricultura, el sector de la restauración y hoteles, educación y otros servicios privados. Por otra parte, el 2,85% de los jóvenes se encuentra en el régimen de autónomo. Ante este inseguro mercado laboral, destaca sólo un único dato positivo en lo que a la evolución de las características del contrato pertoca: el número de contratos indefinidos en 1996 era más reducido, tan solo un 3,39%, del total.

Las características de las empresas y la calidad del empleo de los jóvenes arrojan un panorama semejante. El 75% de los jóvenes asegura que encuentra su primer empleo en las pymes, empresas de tamaño pequeño de menos de 49 trabajadores. Esta cifra se mantiene estática en los últimos tres años. Por el contrario, el vacío es grande en la Administración pública, en la que sólo trabaja el 6,81%.

Además, es cada vez más patente un efecto paradójico: la población más formada es la que desempeña los empleos menos cualificados. Es el fenómeno de la sobrecualificación. Así, dos de cada tres jóvenes consideran el trabajo 'razonablemente adecuado', uno de cada tres opina que está 'por debajo de su cualificación'. En los últimos tres años se ha producido una ligera mejora en la percepción de los jóvenes sobre el mercado laboral, pero aún así, sólo un 1,9% asegura que no está suficientemente preparado para el trabajo que acomete. Los jóvenes de la Comunidad Valenciana tienen una percepción menos optimista al respecto, si lo comparamos con los de Madrid y Barcelona: Un 19% cree que es muy difícil trabajar en una empresa para el que esté experimentado, frente al 7% de Madrid y Barcelona. En la situación actual del mercado laboral, las distancias entre las zonas consideradas son todavía mayores respecto al grado de acuerdo con la posibilidad de trabajar en una empresa de su preferencia. El 24% de los jóvenes valencianos muestra su total desconfianza frente a tan sólo el 8% de Madrid y Barcelona. También en el otro extremo de la distribución hay diferencias notables: mientras un 6% de los valencianos apoya que es fácil trabajar en una empresa afín, en Madrid y Barcelona, esta cifra se aproxima al 15%. En la actualidad, el principal motivo por el que no se acepta una oferta del Inem es la falta de adecuación entre la formación adquirida y el puesto ofrecido.

Además, los jóvenes se muestran aún escépticos con su formación a la hora de encontrar empleo y situan todavía factores externos como la suerte (18,6%) por encima de la experiencia (17,5%) y a los estudios (18,4%) a la hora de encontrar empleo. No obstante, en 1999 ha aumentado la consideración del valor de los estudios en la búsqueda laboral con respecto a las encuestas de 1996.

Acto seguido, el estudio pone sobre el tapete un nuevo elemento a considerar en este apartado: la desmotivación juvenil a la hora de asumir riesgos, cuyo valor se sitúa entorno a un 6.9%. Este dato plantea expectativas no demasiado estimulantes en un mercado laboral cada vez más flexible, donde impera el perfil del autoempleo y que impulsa mayores niveles de autoeficacia, implicación en el trabajo, iniciativa personal, innovación de contenidos en el puesto de trabajo y estrategias de mejora de las oportunidades de la carrera.

Sin embargo, cada vez son más los jóvenes que consideran la posibilidad de establecerse por su cuenta. El 28% de los valencianos encuestados ha seguido esta vía de gestión, frente al 3% en 1996. De nuevo, las tendencias descritas en Madrid y Barcelona suplantan las valencianas. Allí este método de búsqueda de empleo es utilizado por el 52% de los cuestionados.

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Apuntando a esta misma línea de mejora, destacar el aumento de proporción de abandonos voluntarios del puesto de trabajo frente a las separaciones no deseadas. Los abandonos voluntarios se producen para ocupar un puesto en una empresa, a diferencia de la situación de 1996 de predominio de retorno a los estudios.

Para finalizar, otro hecho relevante es la peor situación de las mujeres en relación con los hombres. Esta cuestión alcanza más transcendencia teniendo en cuenta el avance de los niveles educativos de las mujeres. A pesar de estos progresos, los logros en el proceso de inserción laboral son limitados. Asimismo, una vez conseguido el trabajo los salarios de los varones son superiores. Los resultados obtenidos revelan además discriminaciones salariales según los años de educación, experiencia, empleo en sector público, empleo en empresa mediana o grande, y tipo de contrato o relación laboral.

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