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Entrevista:GRACIA MORALES | PREMIO MARQUÉS DE BRADOMÍN 2000

'Tras la primera intuición, todo es disciplina'

El marqués de Bradomín, ese don Juan valleinclanesco, 'feo, católico y sentimental', sigue repartiendo mieles entre los dramaturgos menores de 30 años, a través del Instituto de la Juventud. Gracia Morales (Motril, 1973) ha sido la última premiada, de entre un enjambre de aspirantes: 114 en la edición decimoquinta. Gracia es una vocacional de la poesía, enhebra versos desde la infancia, y no probó con la distancia teatral hasta hace tres años, tras disfrutar mucho como espectadora. La pieza galardonada se titula Quince peldaños y muestra el sufrimiento de una pareja rota por la aparición de una tercera persona. 'La mujer, Julia, está subida a una escalera y decide no volver a bajar jamás; desde la altura de esos quince peldaños ve una realidad que los demás intentan no ver', resume la autora.

Pregunta. ¿Cómo está la competencia?

Respuesta. No es que haya mucha gente escribiendo teatro, pero es cierto que un premio es una forma de darte a conocer, un reconocimiento oficial. El problema del teatro es que no se publica mucho y buscar una compañía importante para darlo a conocer en un ámbito más abierto que una capital de provincia es difícil. Los certámenes ayudan. Saber que un jurado selecciona tu texto te da prestigio y confianza en lo que haces.

P. Y abre las puertas de Madrid.

R. Sí, porque en Granada hay mucha gente que me conoce, pero, hasta ahora, Madrid me quedaba muy lejos. Es una de las cosas que me desconciertan de este premio, que me está abriendo un ámbito que me interesa muchísimo, porque Madrid mueve una cantidad de actividad cultural que no existe en el resto de España. Porque si uno no tiene el suficiente orgullo jamás saltará del ámbito de provincias.

P. ¿Qué le ha dado el premio?

R. De todo un poco: un millón de pesetas, que casi he gastado en pagar deudas, invitar a los amigos y hacer regalos, y la posibilidad de que se represente la obra, que me interesa más. También he reforzado la autoconfianza, porque, como le pasa a toda la gente que escribe, hay momentos en que piensas que te estás equivocando. Además, han reconocido un texto arriesgado.

P. Y después del Bradomín, ¿qué?

R. No lo sé, casi nunca hago proyectos a largo plazo. Ahora mismo estoy fuera de muchas cosas porque me he encerrado en casa a terminar la tesis doctoral sobre cuentos latinoamericanos. También necesitaré encontrar otra idea que me provoque tanto impacto como lo hizo la que me llevó a escribir Quince peldaños.

P. ¿Se llevan bien la poesía y el teatro?

R. Son registros diferentes. La poesía es un género más espontáneo, tiene más de intuición que de disciplina, al menos en mi caso. Y el teatro es a la inversa: necesito esa primera intuición y después todo es disciplina, obligarse a saber por dónde va la historia que has empezado a escribir y cómo va a acabar.

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