Barragán quiere y puede
Un novillero con nombre de resonancias bíblicas, Abraham Barragán, ha sabido aprovechar su oportunidad en los Carabancheles al salir a hombros después de una actuación completa en la que hubo ganas de ser gente, técnica, templadas maneras y recursos en los momentos comprometidos para salir airoso con torería
La novillada de José Miguel Arroyo, Joselito, tuvo una presentación aceptable, aunque agradable de pitones, que blandeó en más de una ocasión y peleó en los caballos sin demasiada codicia (el tercero y el quinto se llevaron en el morrillo un picotazo). Desarrollaron casta o nobleza en ocasiones.
Abraham Barragán recibió a su primero de rodillas en el tercio, con dos largas cambiadas vistosas y ceñidas. Una vez recobrada la vertical, toreó por verónicas suaves y rítmicas que le fueron aplaudidas. Tras el puyazo quitó por verónicas y volvió a dejar muestras de su buen manejo del capote. El novillo en banderillas tenía tranco y buen son, se desplazaba en el capote largo y suave. El novillero lo vio enseguida y brindó al público una faena cimentada sobre el pitón derecho, templada y que en la segunda serie alcanzó los mejores momentos. Una solitaria tanda por el pitón izquierdo, ahí tenía menos recorrido, y un final de faena de colorido, lento, ayudados por alto, a guisa de sanjuaneras, para a continuación dejar una estocada en todo lo alto. Primera oreja al esportón.
En su segundo, Barragán realizó un trasteo de muleta meritorio. Abrió la faena de hinojos, y en un redondo el novillo también se arrodilló. Después el burel sacó casta y dificultades. Había que mandar en las embestidas, y lo hizo el valiente novillero, quieta la planta y largo el muletazo, templado y rematado atrás. Al natural hubo una sola serie, que resultó enjundiosa.
Salvador Vega recibió de capote a su primero por verónicas bien cimbreadas. En la faena de muleta hubo muletazos estimables y gusto, sobre todo en los recortes y remates. La suerte suprema, a ley. En su segundo saludó muy bien de capa, en verónicas rodilla en tierra en las que hubo arte y hondura. En la faena de muleta volvió a ahogar un tanto la embestida del novillo, que fue a menos, y salió bien de la empresa al ganar la pelea por redondos. En el primer ataque con la espada salió volteado sin consecuencias.
Julien Miletto, de maneras sobrias y que procura el toreo clásico, tuvo un primer novillo tan flojo que apenas pudo ejercer de solícito enfermero. En su segundo hizo un lucido y barroco quite de capote que dejó a la parroquia perpleja, y la muleta la utilizó limpio en el trazo, bien el concepto torero. Pero mal con la espada. Ahí algo no funciona.
Babelia
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