_
_
_
_
Crítica:Liga de Campeones | FÚTBOL
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Chispas entre Helguera y Simeone

El madridista contestó un plantillazodel argentino con un gol tras un mal despeje del centrocampista del Lazio

Diego Torres

'¡Este gol es para ti, hijo de...!', le gritó Iván Helguera a Simeone al marcar el segundo tanto del Madrid. Entre los dos jugadores se libraba un combate físico y dialéctico. Un combate que no dejó a ninguno de los dos demasiado satisfecho y que no hizo sino alimentar el odio mutuo. Porque Simeone se marchó del Bernabéu mudo de rabia. Y porque Helguera se fue maldiciendo y señalando su espinilla izquierda: '¡Mira lo que me ha hecho ese...!'. Un tajo rojo de sangre.

El duelo comenzó hace años. Helguera tenía la espina clavada desde una tarde de 1998, cuando él jugaba en el Roma y Simeone en el Inter. Un recuerdo nítido del deshonor que le pesaba como nada a su ego de futbolista, porque Simeone le cosió a patadas e insultos en un partido de la Liga italiana: un Roma-Inter. Y ayer se siguió jugando. Porque ayer Helguera no lo dudó. Salió decidido a ajustar cuentas. Y Simeone, aparentemente indiferente, le esperó.

Más información
El Leeds, con apuros, toma ventaja sobre el Anderlecht

Salió a calentar el Madrid y Helguera echó vistazos furtivos al grupo de los jugadores italianos que trotaban del otro lado. Allí estaba El Cholo. Le tomó cierto trabajo a Simeone abrir los puños para coger la pelota. Cabizbajo, como salió del túnel de vestuarios (dicen que con una camiseta rojiblanca que le regaló el Frente Atlético, metida debajo de la del Lazio). Paseó la mirada por el césped, como ausente. Faltaban 20 minutos para el comienzo del partido y detrás de su gesto torvo debió recordar el último partido que jugó en el Bernabéu, con el Atlético, en 1997. Apostados en el fondo sur, los Ultras-Sur le insultaron como ayer: '¡Ole-ole-ole-puta-Simeone!'

Se formaron los equipos frente al palco y cuando terminaron los acordes del himno de la Liga de Campeones, el visitante, el Lazio, desfiló frente a los jugadores del Madrid. Cuando Simeone pasó frente a Helguera, éste no le miró y apenas rozó la mano tendida del adversario.

Durante el encuentro, en los primeros minutos, se evitaron. Helguera recibía el balón de espaldas y descargaba a los defensas. Simeone permanecía demasiado atrás, retenido contra la última línea del Lazio, que rara vez salió de su área después del gol de Crespo. El argentino miraba las progresiones de Helguera como si no viese su cara: seguía sus botas, a varios metros. Hasta que dos pases en profundidad de Helguera hicieron daño: uno terminó en el gol de Morientes.

Mientras enderezaba hacia la portería contraria, Simeone le esperó con los brazos en cruz, a unos cuatro metros. Pero Helguera soltó el balón a tiempo, con pases precisos al hueco. Tras el primer gol del Madrid, Simeone se lamentó. Había terminado la fase de estudio y tanteo.

No hay signos de irritación en el hombre de la mirada glacial. Parece ausente Simeone, todavía. Pero su equipo ha perdido la ventaja y el Madrid avanza. Y, sobre todo: Helguera comienza a sentirse seguro. Confiado, por fin. Recibe de espaldas en su terreno, otra vez. Entonces, Simeone da por terminada la espera. Sin quitar los ojos de las botas de su adversario, junta los hombros, se repliega sobre sus clavículas en posición aerodinámica y corre. Se lanza a toda velocidad y ¡pum!. Incrusta su plantilla derecha en la espinilla izquierda de Helguera. Helguera se retuerce de dolor en el césped. Se levanta, insulta a Simeone. Simeone le mira y se pone el dedo índice derecho en sus labios. Le tira una frase corta y directa. Algo tremendo. El árbitro pita el descanso y Helguera se lanza contra su agresor y le empuja, fuera de sí. El colegiado francés mira atónito. No sabe que Simeone, el indiferente, acaba de cobrarse otra vez a la misma víctima. Y todo el Bernabéu grita, '¡Ole-ole-ole...!', como si fuera ayer. Todo el Bernabéu la insulta. Pero las cámaras le enfocan: sonríe.

Luego Helguera se adentraría en el área del Lazio, tras un centro de Roberto Carlos que la suerte haría rebotar en Simeone. El balón bota y Helguera lo manda a la red: segundo gol del Madrid. Dedicatoria y venganza. Pitos, lanzamiento de basura al campo, insultos, repudio general. Sustituyen a Simeone, que se va rabioso. '¡Helguera, Helguera, Helguera...!', ovación atronadora del Bernabéu: se marcha Helguera y acaba el primer asalto. El estadio Olímpico de Roma, dentro de siete días, decidirá el vencedor.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_