No es culpa del viento

No ha sido el viento el responsable del grave accidente ocurrido a las 23.11 del 7 de febrero en el aeropuerto de Sondika, como no son responsables ni el viento, ni la niebla, ni la orografía del Txorierri de los múltiple incidentes-accidentes que se vienen produciendo en este aeropuerto. Las condiciones orográficas, como las atmosféricas, sencillamente están ahí o acontecen, y no cabe atribuirles responsabilidad alguna. Son las personas que protagonizan actuaciones deliberadas los únicos sujetos de responsabilidades, para lo bueno y para lo malo. Y la lógica más elemental dice que esas actuaciones racionales debieran adecuarse a los condicionantes estructurales inevitables, orográficos, meteorológicos o de otro orden, que la naturaleza nos impone. Yendo al caso de este aeropuerto, habrá que ver quién con sus actuaciones contra lo que la lógica y la naturaleza aconsejan está provocando o facilitando que se produzcan cada vez más y mas graves accidentes.

El valle del Txorierri, en donde diseñaron el aeropuerto hace setenta años, está flanqueado por dos sistemas montañosos. La pista principal de vuelos, la 12-30, arranca a menos de mil metros del casco urbano de Derio. Es una zona con malas condiciones para la aproximación visual, por haber normalmente escasa visibilidad y altura del techo de nubes. Los vientos dominantes son desfavorables, por ser vientos de costado. Con todo, sin ser los más habituales, los más perjudiciales son los vientos procedentes del sur, que por la configuración del valle provocan ráfagas y turbulencias de dirección muy variable, lo que aumenta el riesgo en la operaciones de aproximación y despegue. En lo que va de este año, las 'aproximaciones frustradas' se han multiplicado y ya han sido varias las veces en que se ha preactivado el plan de emergencia del aeropuerto.

Sin embargo, y contra lo que puediese parecer razonable, desde AENA y el Gobierno de Madrid, pero también contando con la aceptación pasiva de las instituciones de aquí, se han dedicado a potenciar este aeropuerto hasta duplicar en menos de diez años el numero de movimientos y viajeros, y anuncian con regocijo que en pocos años más duplicaremos las cifras del 2000. No se podía esperar mayor despropósito para un aeropuerto sobre el que los pocos estudios que se han hecho y las voces cualificadas de pilotos y controladores, dicen que es peligroso, está mal ubicado y que tiene condiciones estructurales desfavorables. No es disculpa esconderse en una pretendida evolución natural de la demanda. -