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Los sumergibles del Reino Unido han tenido múltiples averías

El almirante Nigel Essenhigh, comandante en jefe de la flota británica, otorgó el 28 de septiembre pasado un premio al submarino nuclear Turbulent por su eficacia a lo largo de los últimos meses, especialmente durante las misiones que llevó a cabo cerca de las costas de la ex Yugoslavia.

El Turbulent, un submarino de la clase Trafalgar, a la que pertenecen también el Tireless, atracado en Gibraltar, y el Trenchant, averiado en Lisboa, vivió etapas menos brillantes. En noviembre de 1997 se produjo el aparentemente inevitable escape de agua en el sistema de refrigeración del reactor cuando surcaba el Atlántico norte. El Ministerio de Defensa británico no desmintió ni confirmó la información.

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A diferencia, sin embargo, del Tireless, el compartimento próximo al reactor debía de estar en aquel momento mal cerrado o la fuga tuvo lugar en algún otro punto del buque, porque los 130 integrantes de la marinería fueron sometidos a pruebas de contaminación radiactiva el 7 de aquel mes, según informó el diario The Scotsman.

Las deficiencias de los siete sumergibles de la clase Trafalgar que posee el Reino Unido y de otros cinco, más antiguos, de la clase Swiftsure, quedaron puestas de manifiesto cuando en octubre pasado la Royal Navy ordenó que regresaran todos a puerto para ser revisados. La decisión fue tomada después de descubrir que la grieta en la tubería del Tireless era probablemente achacable a una fatiga de materiales que se podía repetir en todos los demás sumergibles.

Larga reparación

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El fallo en el Tireless fue tanto más sorprendente cuanto que se produjo menos de un año después de su reparación y remodelación durante tres años, que concluyeron en junio de 1999, según la página web de la Royal Navy. Diez meses después, el Tireless perdía agua cuando navegaba entre Malta y Sicilia.

En el mejor de los casos, estos submarinos no estarán de nuevo operativos antes del otoño de este año, cuando esté acabada su revisión.

A principios de los noventa, el Ministerio de Defensa británico optó por desguazar antes de lo previsto tres submarinos nucleares de primera generación -el Churchill, el Conqueror y Warspite-, tras descubrir que en este último había fisuras en el sistema de refrigeración. El experto John Large aseguró entonces en un informe que era imputable a un error de diseño que podía acabar provocando una fusión del reactor y una enorme radiactividad.

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