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Reportaje:

Marvelous y la 'visa' maravillosa

La policía detiene a dos nigerianos que dilapidaron 200 millones de pesetas con tarjetas de crédito falsas

La policía ha puesto fin a la maravillosa vida de Marvelous Tonbra K., ciudadano nigeriano de 28 años. Él y su compinche, Tony Chica O., de 36, vivían a todo trapo en un piso de lujo de Las Rozas. Casinos, mariscadas, hoteles de cinco estrellas, champán francés, prostitutas... No se privaban de nada. Eso sí, lo pagaban todo con dinero ajeno. Tenían más de una veintena de tarjetas de crédito falsas, cuyos titulares eran extranjeros, y que ellos trucaban con la ayuda de sus contactos en Gran Bretaña. La policía sospecha que en poco más de un año han dilapidado más de 200 millones de pesetas. El nivel de vida de Marvelous había dado un giro radical, hasta llegar a hacer honor a su nombre (maravilloso, en inglés). De la miseria y la hambruna que padecía hace ocho años en África, había pasado a vivir como un rey en un piso de lujo de Las Rozas. Lejos quedaban las infraviviendas africanas. Supuestamente entró en España con documentación falsa a través de una red dedicada al tráfico ilegal de personas.

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Marvelous no reparaba en gastos. Desde hace año y medio llevaba una vida de multimillonario. Conducía un Audi de gran cilindrada y llevaba en la cartera hasta ocho tarjetas de crédito, todas falsas. Le gustaban los perfumes caros y la ropa de marca, e iba de compras a las tiendas más caras de la calle de Serrano. Se gastaba 200.000 pesetas en un traje a medida, se calzaba unos botines de Versace de 60.000 y dilapidaba un dineral en chaquetones de cuero fino. Hasta sus calzoncillos eran de una conocida marca de ropa neoyorquina. Le gustaba el oro. Llevaba gruesas cadenas en el cuello, anillos y relojes.

En una tienda de equipos de música de la calle de Concha Espina se gastó 2,5 millones de pesetas en un aparato de seis pletinas para discos compactos, con dos altavoces alargados a modo de columna que, una vez instalados, giran sobre su propia base siguiendo el movimiento de la persona que camine por la habitación.

Si en alguna ocasión el dependiente de un establecimiento le preguntaba a qué se dedicaba, Marvelous enseñaba su pasaporte falso norteamericano y decía que era un diplomático en viaje de negocios.

Cuando Marvelous y su compatriota se iban de juerga, buscaban lo más caro. Cenaban en las marisquerías más lujosas de la ciudad y dejaban propinas gigantescas. Luego se iban de copas a los locales de más nivel. Para rematar la noche, acudían a locales de citas y allí escogían una o dos acompañantes, con tarifa de 100.000 pesetas por noche, para el resto de la velada.

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A las prostitutas las llevaban a hoteles de cinco estrellas, donde no se hospedaban en habitaciones cualesquiera, sino en las mejores suites. Entraban con las mujeres en los hoteles y solicitaban al servicio de habitaciones champaña francés. En una ocasión, el encargado de un hotel advirtió a Marvelous de que una botella de champaña servida en la habitación costaba 40.000 pesetas. Él respondió, según fuentes de la investigación: 'Entonces tráeme dos'. Si comenzaba a salir con alguna chica, le hacía regalos de lujo: joyas, perfumes, vestidos...

En ocasiones, Marvelous necesitaba dinero en efectivo. Entonces entraba en una oficina de Caja Madrid y, con la excusa de que la tarjeta no le funcionaba en el cajero automático, pedía medio millón de pesetas en billetes. Seguía el mismo procedimiento en los casinos, donde lograba con la tarjeta hasta medio millón en fichas, se gastaba 25.000 pesetas y, antes de irse, cambiaba las fichas por dinero en efectivo.

La policía sospecha que Marvelous forma parte de un entramado mafioso internacional que se dedica a la falsificación y venta de tarjetas de crédito a gran escala. El procedimiento que seguía Marvelous era el siguiente. A él le llegaban los datos bancarios de tarjetas de crédito cuyos titulares eran hombres de negocios norteamericanos o británicos, cuyas tarjetas estaban avaladas por la cuenta bancaria de la empresa para la que trabajaban. Marvelous, siempre según la policía, compraba en una imprenta, supuestamente ilegal, la tarjeta virgen, sin nombre ni números. Con la información que recibía y la tarjeta, el ahora detenido se fabricaba una propia, y ya estaba listo para gastar.

A la hora de comprar, enseñaba la tarjeta falsa y un pasaporte falso -en los últimos tres meses empleó hasta tres identidades: John David Y., Kenny Ming S. y Román M. Orlando- con el mismo titular, de modo que los dependientes no le ponían pegas.

La pista para detener a Marvelous y Tony la consiguió la policía el pasado noviembre, cuando detuvo en la plaza de Cuzco a otros dos ciudadanos nigerianos que llevaban tarjetas falsificadas, durante una redada contra las prostitutas de la zona dirigida por el delegado del Gobierno, Francisco Javier Ansuátegui, tras las protestas de los vecinos.

Otro nigeriano, detenido la semana pasada en Valladolid por llevar tarjetas de crédito falsas, declaró a la policía que se las había vendido Marvelous. El día de su detención, la policía sorprendió a Marvelous con un camión de alquiler lleno de electrodomésticos en un centro comercial de Alcorcón. Iba a revender la mercancía a compatriotas suyos.

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