La NBA descubre 'La Gran Muralla'
Varios clubes intentan fichar a los 'gigantes' Ming, Zhizhi y Bateer, internacionales chinos
Hace algo más de año y medio, Dale Brown, técnico de la Universidad de Louisiana durante 25 años, dijo que el único país con más talento baloncestístico que China es Estados Unidos y que los asiáticos sustituirían pronto a Rusia y Yugoslavia como grandes potencias. Los hechos le dan credibilidad. Tres integrantes de la selección olímpica china, los pívots Yao Ming, Wang Zhizhi y Menk Bateer, conocidos como La Gran Muralla, están en la órbita de varios equipos de la NBA.
Wang Zhizhi, de 2,18 metros, ya fue seleccionado por el Dallas Mavericks en 1999. Pero aún no ha podido viajar a Estados Unidos, ya que la legislación de su país es muy estricta respecto a la emigración de los mejores deportistas: deben tener al menos 22 años y ha de haberse llegado a un acuerdo con su equipo.
Zhizhi, de 24 años, juega en el Bayi Rockets, campeón de la Liga nacional en las cinco últimas temporadas. El equipo pertenece al Ejército Popular de Liberación, por lo que él es uno más de sus miembros y éste no ve bien desprenderse de quien ha llevado al Bayi a lo más alto. Sin embargo, las negociaciones entre sus dirigentes y el representante de los Mavericks, Tony Ronzone, que ha estado en China durante dos meses y medio, han prosperado últimamente y el despegue de Zhizhi parece más factible.
Menk Bateer, de 24 años y 2,10 metros, juega en el Beijing Ducks y, a diferencia de Zhizhi, ya conoce Estados Unidos. En 1999 estuvo en Phoenix, donde Nike organizó un encuentro con los mejores jugadores universitarios norteamericanos a los que se sumaron otros extranjeros, como Bateer y el holandés Elson, hoy en el Barcelona. El manager del Toronto Raptors, Glen Grunwald, vio a Bateer y de inmediato se puso en marcha para poder llevárselo a Canadá. El agente de jugadores Bill Duffy ha regresado recientemente de Pekín y dice contar ya con el permiso de las autoridades chinas para que Bateer dé el salto a la NBA.
El caso de Yao Ming es el más impactante. A sus 20 años y con 2, 27 metros, podría ser elegido como el número uno en el draft de junio. No obstante, al no haber cumplido aún los 22 años, su salida de China es muy complicada. Ming es la estrella del Shangai Sharks, que lucha por destronar al Bayi Rockets. Su primer deporte no fue el baloncesto, sino el waterpolo, pero cuando llegó a los dos metros tuvo que dejarlo porque se impulsaba con los pies desde el fondo de la piscina. A partir de entonces se dedicó al baloncesto. En 1997, el director de marketing de Nike en China, Terry Rhoads, se quedó boquiabierto al verle. No sólo por su físico, sino por lo que era capaz de hacer: corría bien, pasaba y anotaba canastas de tres puntos. Fue invitado a varios campus: París, Indianápolis... Del Harris, por entonces técnico de Los Ángeles Lakers, quedó tan impresionado con Ming que se fotografió junto a él. 'Algún día será una estrella en la NBA', repetía.
Ming acudió también a un campus organizado por Michael Jordan en Santa Bárbara. Ambos coincidieron en un partido informal. Tras lograr un triple, el ex jugador del Chicago Bulls le preguntó: '¿Puedes hacerlo tú?'. Lo hizo. '¡Oh, el gigante sabe tirar!', exclamó Jordan. Ahora uno de los conjuntos que ya ha reconocido que no perderá la ocasión de seleccionarlo es el Washington Wizards, cuyo jefe de operaciones es Jordan.
La cuestión es convencer al manager del Sharks, Li Yao-Ming, y a las autoridades de Shangai para que le dejen irse a Estados Unidos. Según éstas, no se trata sólo de una cuestión de dinero. Los técnicos del equipo de Ming quieren que se les permita colaborar con el equipo que le elija. Quieren también que la cadena de televisión OTV, propiedad del Shangai Sharks, pueda retransmitir todos sus encuentros en la NBA. Por último, piden que entrenadores estadounidenses viajen a Shangai para mostrar a los jóvenes sus métodos de trabajo y preparación.
Duffy, agente de Ming, indica que el Gobierno chino está muy interesado en ver a sus jugadores en la NBA: 'Sería un modo de estrechar relaciones con China al modo de la diplomacia del ping pong en la era Nixon', en alusión al hecho de que la selección estadounidense fuese invitada en 1971 a disputar un torneo en Pekín a pesar de que los dos países no mantenían relaciones diplomáticas.
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