'Me siento culpable porque me exijo mucho y por Argilés'
Mateo Garralda falló el tiro decisivo contra Yugoslavia cuando España soñaba con su primer oro en un Campeonato del Mundo. Aunque acertase en otros, así constará en los archivos. Derrota obliga. Él se siente culpable porque, dice, se exige mucho y, sobre todo, por el nuevo seleccionador, César Argilés, 'quien sufre sin merecerlo'. No obstante, a sus 31 años y tras ganarlo todo con el Barcelona, el lateral navarro del San Antonio de Pamplona apuesta por el futuro de España: 'Hay calidad para aspirar a todo. Al menos, hasta los Juegos Olímpicos de Atenas 2004'.
Pregunta: ¿Volvería a apresurarse a lanzar ese balón a minuto y medio del final y con sólo un gol en contra?
Respuesta: Sí. Fallé al no inclinar el cuerpo hacia delante para compensar el empujón del defensor, lo que varió el tiro en 30 centímetros. Si hubiera marcado, habría provocado una enorme presión ante la posibilidad de que tuviéramos tiempo para lograr otro gol. También hubo otros fallos cuando podíamos haber empatado. A toro pasado, todos torean bien.
P. ¿Se sintió culpable por la noche?
R. Sí, porque me exijo mucho. También pensé en quienes van a sufrir sin merecerlo y, especialmente, en César Argilés. Cuando una persona hace las cosas con fe e inteligencia y no salen, es tremendo. Me pasó algo parecido con Cruz Ibero en el Mundial de Islandia. Es muy difícil encontrar personas así en cualquier faceta y más en el deporte de élite, en el que todo ocurre muy rápido.
P. De sus palabras puede deducirse que el equipo nacional funciona ahora mejor que con Juan de Dios Román.
R. Sólo debe deducirse que yo siento un enorme cariño por García Cuesta , Cruz Ibero y Argilés, a quien conocí antes que a Román. Con Valero Rivera he tenido peleas y puñetazos, pero también le aprecio. Juan de Dios ha estado ahí, con muchos éxitos. No voy a volver a cometer el error de hablar demasiado ni de interpretar lo que piensan los demás. Siempre he seguido la norma de dejarme la salud por la camiseta que defiendo.
P. La historia sólo reflejará su error decisivo.
R. Estoy satisfecho de mi partido contra Yugoslavia, a pesar de la derrota, por todo lo que hice en la segunda parte: provoqué tres o cuatro faltas en el ataque, dos expulsiones y dos penaltis; metí cuatro o cinco goles, dí un par de bolas al pivote y otra en los seis metros a un compañero para empatar. Fallé esa famosa pelota y algún otro lanzamiento desde los seis metros. Ojalá lo hubiera hecho todo perfecto.
P. Ya no es tan conflictivo como antes dentro y fuera de la cancha.
R. Es que he leído mucho a Kant. Hablando en serio, se debe a la madurez. Quizá yo tenga que tropezar más veces de las normales para aprender. Pero he aprendido que en mi país no debes hablar con el corazón porque nadie te lo agradece; o sea, no merece la pena. Dentro de la pista, hace muchísimo que no me peleo; quizá desde el Europeo de España. Debe tenerse en cuenta que yo recibo muchísimas hostias. Y, por la veteranía, hace mucho que no las devuelvo.
P. ¿Es justo hablar de fracaso?
R. Yo lo llamo decepción. Fracaso sería no jugar al 100% mañana y pasado . Estamos todos de acuerdo en que este Mundial es en el que España ha jugado mejor en el ataque. De ahí, la decepción. Excepto Suecia, que siempre está en las finales, las demás potencias nos hemos caído del podio una o varias veces. La ley de la estadística dice que el palo llega tarde o temprano. ¿Es eso fracasar?
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