Para los filósofos
Estudio de J. Kling y B. Horwitz, 1851.
Cuando uno ejerce, en ajedrez, la siempre fermental labor de la docencia, trata de poner énfasis en el empleo de la lógica y del sentido común para resolver los problemas que se plantean sobre el tablero. Pero hay veces en que la lógica ajedrecística se aparta tanto del razonamiento primario que incluso el jugador más experto siente tambalear sus convicciones. Veamos, por ejemplo, la situación del diagrama; ¿cómo es posible que el blanco tenga aquí posición ganadora? Tiene tres peones de menos, éstos están ligados y libres en el flanco de dama, y en apariencia la victoria de las negras es elemental. Sin embargo, y por más que parezca más cosa de magia que de lógica, son las negras las que están perdidas. Las blancas ganan creando una increíble posición de zug-zwang: 1 g5!, Re5 (claramente única; si 1... h - g5 / 2 h6 y el peón corona) / 2 g - h6, Rf6 y ahora no deben las blancas jugar 3 Rd3?, b3 / 4 Rd2, c4 / 5 Rc1, c3 / 6 Rd1, b2 / 7 Rc2, c3 j., ganando; pero con la finísima jugada 3 Rc2!! las tornas se cambian espectacularmente. La jugada lógica es 3... c4, y después de la exacta 4 Rc1! las negras están perdidas. Deben avanzar uno de sus peones y el rey se colocará de inmediato en la casilla que está delante de ese peón; veamos: 4... c3 / 5 Rc2! y los infantes son cruelmente ejecutados: 5... d3 j. / 6 R - d3, etcétera. Si en cambio se juega 4... b3 / 5 Rb2!, d3 / 6 Rc3 y una vez más la obligación de jugar pierde a las negras; lo mismo, simétricamente, sucede si 4... d3 / 5 Rd2!, b3 / 6 Rc3, etcétera. ¿Cómo explicar en términos lógicos la victoria de las blancas a partir de la posición inicial? Dejamos ese dilema a los filósofos.
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